CDMX a 21 de septiembre de 2024.-La noche del miércoles, el Estadio GNP Seguros fue testigo de una explosión de energía con el primero de cuatro conciertos que la icónica banda Metallica ofrecerá en la Ciudad de México como parte de su M72 World Tour. Los gigantes del thrash metal no solo encendieron el escenario con sus clásicos de siempre, sino que sorprendieron al público con un inesperado y vibrante cover de «La Chona», el legendario éxito de Los Tucanes de Tijuana.
Desde el momento en que sonó la primera nota de «The Ecstasy of Gold», se desató una ola de orgullo, pasión y rabia entre los 65 mil fanáticos que abarrotaron el recinto. Con una atmósfera cargada de poder, los metaleros experimentaron un ritual casi sagrado de headbanging, mientras el icónico «Creeping Death» daba inicio al espectáculo. Al centro, James Hetfield se mostraba poderoso, dominando a sus demonios internos, mientras Kirk Hammett llevaba más allá los riffs que varios metalheads han criticado por ser «básicos y comerciales». Robert Trujillo, fiel a su característico caminado de cangrejo, no fallaba, y Lars Ulrich… bueno, a sus 60 años, sigue siendo el «niño danés y fresa» del grupo, ese que llegó al ver un anuncio que decía «se busca baterista». Ojalá todos tuvieran su poder e ímpetu para aporrear el bombo y platillo a esa edad.
Aunque todos están ya en su sexta década (Robert tiene 59), la pasión que desbordan es única. A pesar de lo que digan los fans de Dave Mustaine, Metallica sigue siendo la cúspide del Big 4 del thrash. Entre los momentos clave, sonó «72 Seasons», una rola que James escribió para reflejar cómo, como adulto maduro, adapta y mejora aquellas pasiones que atrapó en la infancia. «Espero que les guste ’72 Seasons’, porque vamos a tocar más rolas», exclamó Hetfield, respondiendo a la recepción algo discreta del público pese al endemoniado ritmo que él y Kirk manejan en las guitarras.
El cambio generacional fue evidente durante las interpretaciones de «If Darkness Had a Son» y otras nuevas rolas. Así como ocurrió con Hardwired to Self Destruct, una nueva generación de metalheads descubría la grandeza de la banda a través de su material más reciente. Sin embargo, el corazón del público seguía aferrado a las rolas oscuras y pesadas que evocan las revoluciones pasadas de Metallica.
La Chona Thrasher
¿Saben cómo se sabe que fue un show para mayores? Porque James y Lars se tomaron un respiro mientras Robert y Kirk armaron un palomazo con «La Chona» de Los Tucanes de Tijuana. Sí, finalmente Trujillo rindió homenaje a sus raíces mexicanas, cantando con su español atropellado pero lleno de emoción. Mientras algunos puristas del metal fruncían el ceño, otros metalheads lo tomaron como algo mega cool y hasta se animaron a bailar.
Entre el público, abundaban los morros metaleros con sus battle vests (chalecos llenos de parches), presumiendo el icónico símbolo de Metallica en la espalda. Y como no podía faltar, siempre había quienes llevaban camisetas de Megadeth intentando destacar, aunque nadie se dejó apantallar. James Hetfield lo dejó claro con su camiseta: «somos familia».
Ya en este punto del show, la pista estaba muy lejos de ser un moshpit, porque la mayoría de los fans que pudieron pagar por estar abajo (general y snake pit) ya eran mayores. Aun así, algunos lograron desatar un poco de violencia mientras otros apenas lograban saltar. «Ya la rodilla duele», bromearon varios. Lo normal, ¿no?
México Surrealista 🇲🇽
Metallica acaba de tocar "La Chona", de los Tucanes de Tijuana, en Ciudad de México.
📸 Julia Muñoz pic.twitter.com/mJDjNlToZR
— Indie 505 (@Indie5051) September 21, 2024
The Day That Never Comes trajo de vuelta material del pasado, esperando apaciguar a los más puristas tras «La Chona». Luego, «Shadow Follows» continuó el viaje con las rolas de 72 Seasons, mientras los cuerdos y el bombo ofrecían la postal de la noche.
El momento más emotivo fue cuando «Orion» sonó en memoria de Cliff Burton, el mítico bajista de Metallica cuya vida terminó bajo un autobús, pero cuyo legado sigue vivo en manos de Trujillo. El bajo de Cliff fue un pilar en la construcción de la leyenda de la banda, y Robert mantiene su pasión intacta.
Lo más romántico de la noche ocurrió cuando la luna apareció en el cielo justo a tiempo para acompañar «Nothing Else Matters», esa rola que podrán odiar algunos, pero que muchos llevan en el corazón desde el Black Album. A partir de ahí, Metallica sacó todo lo más conocido para la familia metalera. Hetfield exclamó: «Estos shows son por amor a la música pesada. Somos familia, porque amamos la música cabrona» antes de arrancar con «Sad But True». Aunque pareciera que sus clásicos ya son para «ancianos», «Blackened» probó lo contrario con el poder que Hetfield desató con sus guturales. Y finalmente, ¡un moshpit apareció!
Fuel prendió fuego a la nostalgia millennial, recordando a quienes descubrieron Metallica en el juego de Hot Wheels para PlayStation, y «Seek and Destroy» desató una energía radiactiva entre los presentes, con Robert luciendo orgulloso su sombrero de mariachi.
Después de un par de horas, Metallica se despidió de la mejor manera posible: con «Master of Puppets» y, por fin, ¡moshpits, violencia, sangre y hostilidades! Un círculo de la muerte se abrió para despedir a la banda, mientras la risa malévola de Hetfield cerraba esta única masacre en una noche en la que 72 Seasons trajo los demonios a la Ciudad de México