En un emotivo retorno al Festival de Cannes, Meryl Streep, una de las actrices más veneradas del cine, fue homenajeada con la Palma de Oro de Honor. Durante una charla abierta, Streep compartió anécdotas de su trabajo en el icónico film Los Puentes de Madison, especialmente recordando la dinámica única de rodaje junto a Clint Eastwood. Según Streep, Eastwood dirigía las jornadas con tal eficiencia que permitía ensayos que directamente se convertían en tomas finales, todo para poder jugar golf al terminar. Este método no solo agilizaba el proceso, sino que también capturaba una autenticidad cruda en cada escena.
Además, Streep describió un momento tenso en el set cuando Eastwood, conocido por su tranquilidad, elevó su voz para restaurar el orden, dejando un impacto duradero en el equipo. Este tipo de relatos personales y humanos dibujan un cuadro más íntimo de la experiencia de filmación, subrayando la profesionalidad y el compromiso de ambos artistas.
La noche alcanzó su punto culminante cuando Streep recibió su premio en el Gran Teatro Lumière. La aparición de Juliette Binoche, quien le entregó el premio, fue un momento destacado, alabando a Streep no solo por su talento sino por su influencia transformadora en la percepción de las mujeres en el cine. Entre lágrimas y ovaciones, la gala se convirtió en un testimonio de la trascendencia de Streep en la industria.
Streep, siempre humilde y con un toque de humor, cerró la noche agradeciendo al público y compartiendo una reflexión de su madre sobre la fugacidad del tiempo, una metáfora apta para su duradera carrera.