La lucha libre mexicana, un deporte-espectáculo que ha trascendido fronteras, es un elemento fundamental de la identidad mexicana, tanto a nivel nacional como internacional.
Su historia, sus personajes icónicos y su impacto en la cultura popular y política de México son testimonio de su relevancia en la sociedad mexicana.
La lucha libre en México tiene sus raíces en el catch-as-catch-can francés, el wrestling estadounidense y la lucha grecorromana, que se popularizaron en México a principios del siglo XX.
Salvador Lutteroth, fundador del Consejo Mundial de Lucha Libre (CMLL), fue un pionero en la promoción de este deporte-espectáculo en México después de presenciar un combate en El Paso, Texas, en 1929.
A lo largo de los años, la lucha libre ha producido figuras icónicas que han dejado una huella indeleble en la cultura popular mexicana. Luchadores como El Santo, Blue Demon, Tinieblas y Dr. Wagner son solo algunos de los nombres que han trascendido generaciones y han sido reconocidos tanto a nivel nacional como internacional.
La lucha libre mexicana ha sido reconocida como patrimonio cultural intangible de la Ciudad de México, un testimonio de su importancia en la identidad cultural de la nación.
Este reconocimiento ha llevado a iniciativas para promover la lucha libre como atractivo turístico y para la creación de un museo dedicado a este deporte-espectáculo.
Además de su impacto en la cultura popular, la lucha libre también ha tenido un papel en la política mexicana. Algunos luchadores, como Tinieblas, han buscado postulaciones políticas, y la lucha libre ha sido utilizada como una metáfora de la lucha entre el bien y el mal en el ámbito político.
En resumen, la lucha libre es más que un deporte o un espectáculo en México. Es una representación de la identidad mexicana, un patrimonio cultural y un reflejo de la sociedad mexicana.