Por Juan Pablo Ojeda
El economista Mark Carney asumió este viernes como el vigésimo cuarto primer ministro de Canadá, sucediendo a Justin Trudeau, quien formalizó su renuncia tras casi una década en el poder. La ceremonia de toma de posesión tuvo lugar en Ottawa, donde Carney juró el cargo ante la gobernadora general del país, Mary Simon, quien ejerce las funciones de jefa de Estado en representación de la monarquía británica.
Antes de su renuncia, Trudeau se reunió en privado con Simon para formalizar la transición de poder, concluyendo así su mandato de más de nueve años al frente del gobierno canadiense. A pesar de su salida, Trudeau mantiene una influencia en el nuevo gabinete, ya que varios de los ministros de su gobierno continúan en funciones en la administración de Carney.
Mark Carney llega al poder con una sólida reputación como gestor económico, gracias a su liderazgo en el Banco de Canadá entre 2008 y 2013, y su posterior gestión como gobernador del Banco de Inglaterra entre 2013 y 2020. Su experiencia en el ámbito económico es vista como un activo importante en un contexto de incertidumbre económica y de la necesidad de adaptación ante los desafíos globales.
En su primera declaración como primer ministro, Carney destacó su compromiso con la situación actual del país: “Hoy creamos un gobierno adaptado a la situación. Los canadienses esperan que actuemos, y eso es lo que nuestro equipo va a hacer. Formamos un Consejo de Ministros más pequeño y experimentado, que actuará rápido para garantizar nuestra economía y proteger el futuro de Canadá”, expresó a través de la red social X (anteriormente conocida como Twitter).
En su reciente discurso tras asumir la presidencia del Partido Liberal con un apoyo arrollador del 86 % de los votos, Carney también condenó los ataques del expresidente estadounidense Donald Trump contra la economía y soberanía de Canadá. Este posicionamiento refuerza su imagen como un líder dispuesto a enfrentar los desafíos internacionales con firmeza.
Sin embargo, uno de los mayores retos que enfrentará Carney en los primeros días de su mandato será decidir si disuelve el Parlamento y convoca elecciones generales anticipadas, ya que, aunque las elecciones están programadas para octubre de este año, los liberales canadienses actualmente se encuentran en una posición de minoría en la Cámara Baja. La posibilidad de que los tres principales partidos de oposición—el Partido Conservador, el Nuevo Partido Democrático (NPD) y el Bloque Quebequés—se unan para presentar una moción de censura podría desencadenar un adelanto de los comicios.
Carney, conocido por su enfoque pragmático y su habilidad para la toma de decisiones rápidas, tendrá que equilibrar la necesidad de estabilidad política con la presión de un entorno económico incierto, en el que las decisiones inmediatas sobre el futuro del país serán cruciales.
Con la agenda económica y política de Canadá en juego, Carney se enfrentará a un periodo de intensa negociación interna mientras lidia con los retos externos, como la relación con Estados Unidos y los efectos de la pandemia global. La próxima etapa de su gobierno se anticipa como una prueba crucial para consolidar su liderazgo y tomar decisiones claves que marcarán el rumbo de Canadá en los próximos años.