Madres Buscadoras Protestan en Senado por Crisis de Desaparecidos

En un acto cargado de simbolismo, colectivos de madres buscadoras clausuraron de manera simbólica las puertas del Senado de la República para exigir un reconocimiento pleno de la crisis de desapariciones en México. La protesta, realizada frente a las puertas 2 y 3 de la Cámara Alta, reunió a familiares de personas desaparecidas de estados como Jalisco, Michoacán, Guerrero, Sonora, Morelos, Guanajuato y la Ciudad de México. Con un sello de clausura y cientos de fichas de búsqueda pegadas en las rejas, las manifestantes dejaron claro su mensaje: la negación de la crisis agrava el dolor de miles de familias.
La acción fue convocada por el colectivo Glorieta de los Desaparecidos, que destacó la importancia de visibilizar una problemática que afecta a más de 120 mil personas, según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas. Las buscadoras subrayaron que su lucha no tiene colores políticos ni busca confrontaciones, sino soluciones concretas. María del Tránsito, madre buscadora de Guanajuato, expresó con firmeza: “No estamos en contra de nadie, solo pedimos voluntad política y del corazón para atender a las víctimas”.
Uno de los puntos centrales de la protesta fue la exigencia de una disculpa pública por parte del presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña, quien afirmó que las desapariciones forzadas en México no son sistemáticas o son escasas. Esta declaración generó indignación entre los colectivos, que consideran que minimizar la crisis revictimiza a las familias. Jaqueline Palmeros, del colectivo Una Luz en el Camino, señaló: “Negar la realidad es desaparecer nuevamente a nuestros seres queridos”.
A pesar de la tensión, las buscadoras mostraron una notable capacidad de organización y solidaridad. La protesta incluyó la colocación de mantas con mensajes como “Negar y ocultar es desaparecer”, un recordatorio de que el reconocimiento oficial es el primer paso hacia la justicia. Además, el movimiento respaldó la postura del Comité contra la Desaparición Forzada de la ONU, que ha señalado la necesidad de una intervención internacional para abordar la magnitud del problema en México.
El acto también reflejó un esfuerzo por tender puentes de diálogo. Las buscadoras reiteraron su disposición a colaborar con las autoridades para construir políticas públicas efectivas. En este sentido, destacaron la importancia de incluir las voces de las familias en las reformas legislativas, como la propuesta por la presidenta Claudia Sheinbaum, que busca fortalecer los mecanismos de búsqueda. La suspensión de su discusión en el Senado fue vista como una oportunidad para incorporar estas perspectivas.
La clausura simbólica no solo visibilizó el dolor de las familias, sino que también inspiró a otros sectores de la sociedad a sumarse a la causa. Organizaciones civiles y ciudadanos expresaron su apoyo en redes sociales, amplificando el mensaje de las buscadoras. Este tipo de acciones demuestra el poder de la ciudadanía organizada para presionar por cambios estructurales, incluso en contextos políticamente complejos.
Por su parte, el Senado ha mantenido un diálogo intermitente con los colectivos a través de la Secretaría de Gobernación. Aunque las buscadoras criticaron la falta de avances concretos, reconocieron que el espacio para la negociación sigue abierto. La protesta sirvió como un recordatorio de que la rendición de cuentas y la empatía son esenciales para sanar una herida que lleva décadas abierta en México.
El impacto de la manifestación trasciende el ámbito político. Las madres buscadoras han convertido su dolor en una fuerza transformadora, desafiando la indiferencia y construyendo redes de apoyo en todo el país. Su valentía y perseverancia son un ejemplo de resiliencia, mostrando que la búsqueda de verdad y justicia puede mover montañas, incluso frente a la negación oficial.
En conclusión, la clausura simbólica del Senado marcó un hito en la lucha de las madres buscadoras, quienes no solo exigen justicia, sino que también proponen un camino hacia la reconciliación nacional. Su mensaje es claro: reconocer la crisis de desapariciones es el primer paso para garantizar que nadie más viva el calvario de la incertidumbre. México, afirmaron, merece un futuro donde la verdad prevalezca sobre el silencio.

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