Los próximos Juegos Olímpicos de Invierno 2026 prometen ser los primeros 100% ecosostenibles. Estos Juegos volverán a los Alpes italianos, donde se utilizarán en un 90% las instalaciones ya existentes, como Anterselva, Val di Fiemme, Cortina d’Ampezzo y Bormio. Esta decisión busca reducir la huella de carbono, anunciada en 2023 como equivalente a un millón de toneladas de CO2.
Sin embargo, la promesa de sostenibilidad ha generado dudas entre las organizaciones medioambientales. La construcción de nuevas instalaciones, como la pista de bobsleigh en Cortina d’Ampezzo, ha sido criticada por su impacto ambiental y el uso de recursos públicos. Además, la dispersión geográfica de las sedes, con Milán como capital del patinaje y el hockey, plantea desafíos logísticos y de emisiones de CO2.
Diana Bianchedi, responsable de cuestiones medioambientales de la organización de Mila-Cortina 2026, destacó que estos Juegos buscan ser un nuevo modelo para futuras ediciones, siguiendo la «Agenda 2020» del COI. Este plan, introducido en 2014, tiene como objetivo organizar juegos más austeros y sostenibles.
Christophe Dubi, director de los Juegos en el COI, subrayó los beneficios operativos y financieros de utilizar estructuras existentes. «Basarse en estructuras existentes es beneficioso operativa y financieramente», comentó a la AFP. Esta estrategia permite minimizar costos y aprovechar infraestructuras ya disponibles, reduciendo el impacto ambiental.
No obstante, expertos como David Gogishvili y Luigo Casanova advierten sobre las proyecciones imprecisas de emisiones de CO2 y el impacto en un entorno frágil. Gogishvili, investigador en el Instituto de Geografía y Sostenibilidad en la Universidad de Lausana, destacó que, aunque estos Juegos serán más sostenibles que los precedentes, aún quedan cuestiones en suspenso, como los desplazamientos de espectadores y deportistas.
Casanova propone la idea de organizar los Juegos en varios países, utilizando las mejores infraestructuras ya existentes. «Es el escándalo más grave de los Juegos», asegura el presidente de la asociación Mountain Wilderness, criticando la construcción de nuevas instalaciones cuando se podrían utilizar las pistas cercanas de Innsbruck o St. Moritz. Esta propuesta busca evitar el derroche de dinero público y minimizar el impacto ambiental.