En un viaje a través de la geografía volcánica de la región, descubrimos que América Latina alberga más de 300 volcanes activos, cada uno con su propia historia de erupciones y majestuosidad. El Popocatépetl, conocido cariñosamente como «El Popo», se alza cerca de Ciudad de México, vigilando a millones con su actividad constante desde 1994. Su nombre, que en náhuatl significa «Montaña que humea», no podría ser más apropiado, ya que sus emisiones de lava y ceniza son un recordatorio de su poder latente.
En Guatemala, el Volcán de Fuego ha dejado una marca imborrable en la historia reciente con su erupción de 2018, una de las más devastadoras en décadas, causando pérdidas humanas y afectando a más de 1.7 millones de personas. Este coloso, junto con el Santiaguito, forma parte de los volcanes más vigilados por su peligro y cercanía a áreas pobladas.
Costa Rica, con su volcán Arenal, nos ofrece un contraste fascinante. Hasta hace cuatro décadas, se pensaba que estaba extinto, pero su erupción en 1968 demostró lo contrario, transformando el paisaje y creando un destino turístico único donde la lava y las aguas termales conviven en armonía.
Colombia no se queda atrás, con el Nevado del Ruiz siendo uno de los más infames por la tragedia de Armero en 1985, donde más de 25,000 vidas se perdieron en una erupción que generó lahares destructivos. Este volcán, junto con el Galeras, mantiene a las comunidades en alerta constante, recordando que la naturaleza tiene sus caprichos.
En Ecuador, el Cotopaxi y el Tungurahua son dos de los volcanes más monitoreados. El Cotopaxi, con su imponente altura de 5,897 metros, es uno de los más altos y activos, mientras que el Tungurahua, con su actividad desde 1999, ha mantenido a los ecuatorianos en un estado de vigilancia y respeto hacia su poder natural.
Perú cuenta con el Volcán Ubinas, otro gigante que ha mostrado su actividad en los últimos años, afectando áreas cercanas con sus emisiones de ceniza. Arequipa, una ciudad cercana, vive bajo la sombra de El Misti, un volcán que, aunque no ha erupcionado desde 1985, sigue siendo una preocupación por su proximidad a una gran población.
Finalmente, en Nicaragua, el volcán Masaya, con su lago de lava persistente, es un fenómeno único que atrae tanto a científicos como a turistas. Este volcán es conocido por ser uno de los más activos de la región, ofreciendo una visión directa hacia el corazón ardiente de la Tierra.