Los trastornos del sueño afectan a millones de personas alrededor del mundo. Existen casos en los que una siesta puede solucionarlos, aunque este hábito no es apto para todos porque así como puede tener varios beneficios, también puede acarrear perjuicios para la salud si no se lo practica de forma saludable.
De acuerdo con los datos recogidos por la Fundación Española del Corazón, una siesta no solo puede ayudar a recuperar el sueño perdido o llevar una vida más sana, sino que también proporciona beneficios físicos y mentales como:
previene las cardiopatías,
reduce la tensión arterial,
facilita el aprendizaje,
aumenta la capacidad de concentración,
estimula la creatividad,
facilita la capacidad de resolver problemas,
mejora los reflejos,
favorece la abstracción,
fomenta la positividad
mejora el estado de ánimo.
La Clínica de Mayo coincide en gran parte con los beneficios nombrados, pero también recuerda que las siestas no son adecuadas para todas las personas, ya que a algunos les puede generar problemas a la hora de conciliar el sueño por la noche o puede provocar la inercia del sueño, que hace sentir a la persona aturdida o desorientada tras una siesta.
Según la institución médica, la forma más saludable de tomar una siesta es cuando estas duran entre 10 o 20 minutos. Los adultos jóvenes pueden tolerar siestas un poco más largas.
Dormir la siesta a primera hora de la tarde es clave, ya que si se lo hace después de las 15:00 podría interferir con el sueño nocturno dependiendo de la edad, uso de medicamentos u horario de sueño. Además, es importante crear un ambiente de descanso que sea oscuro, tranquilo con temperatura ambiente, cómodo y con escaso ruido.
Al despertarse de una siesta, lo ideal es darse un tiempo para reanudar las actividades cotidianas. También se debe prestar atención a la necesidad de tomar siestas porque si esto se da con frecuencia y no hay un motivo, trastorno o afección que explique esto, lo recomendable es acudir con un médico para determinar la procedencia de este síntoma.