Las emociones de la Nación
Cuando los analistas son analizados
Por Javier Macías
Políticos y periodistas se han vuelto especialistas en identificar las emociones, principalmente, las negativas. No las suyas, sino las de los demás. Muy rara vez recomiendan buscar a un especialista; asumen esa función, dan consejos y, eventualmente, sugieren remedios caseros.
No es necesario que los “pacientes” estén en el diván de Palacio Nacional, Cámara de Diputados, Senado de la República o en los estudios y cabinas de los medios de comunicación. Dan consultas a distancia, aun cuando nadie la haya pedido. Pero utilizan esos espacios y diversos canales de comunicación para dar a conocer quién tiene miedo, ira, tristeza, indignación, culpa, desprecio, envidia, nostalgia, enfado o frustración.
Andrés Manuel López Obrador, diputados y senadores (de todos las fracciones parlamentarias); en general, políticos, y periodistas han desarrollado esa habilidad de evaluar, diagnosticar y tratar las emociones negativas. Para todo mal siempre tienen una recomendación, como serenarse, tranquilizarse, mantener la calma y sugieren respirar profundo y tomar de tila y dormir bien.
A juzgar por sus diagnósticos, el enojo, la ira y el miedo son las emociones que más fácil identifican los políticos y periodistas. Es común escuchar al presidente López Obrador que sus adversarios, los conservadores y corruptos están enojados, enfadados. Muy rara vez Claudia Sheinbaum, Ignacio Mier, Gerardo Fernández Noroña y Mario Delgado hacen su propio diagnóstico; pero se encargan de difundir el análisis y diagnóstico del mandatario.
En el Senado, por ejemplo, Lily Téllez, Xóchitl Gálvez, Kenia López Rabadán, por un lado, y Antares Vázquez, Rocío Abreu, Margarita Valdez, Lucía Trasviña, Imelda Castro y César Cravioto, por el otro, no sólo se han especializado en identificar las emociones negativas, sino que también las provocan; aunque también se divierten, como jugar a las “espaditas”, pero en lugar de espadas, utilizan carteles (Gálvez vs Cravioto).
Los verdaderos psicoanalistas recomiendan aprender a leer las emociones y, si alguien está enojado o triste, sabrás cómo actuar y, con ello, evitar discusiones innecesarias. Cuando la gente está centrada en una emoción negativa, no puede escuchar al otro porque su atención está enfocada en lo que percibe y no le es posible pensar, analizar y dialogar.
Los políticos saben leer las emociones; pero le atizan más, para sacar de quicio a sus oponentes y eso hace más atractivas las mañaneras y las sesiones en ambas cámaras.
El principal analista es analizado
Hace unos meses, el presidente López Obrador confesó que “ahora poseo más aplomo y serenidad que antes. Ha crecido aún más, esto sin duda, mi respeto y amor al pueblo”.
“En lo personal –agregó–, me siento bien y de buenas. Estoy feliz porque la revolución de las consciencias ha reducido al mínimo el analfabetismo político”.
Qué bueno que el mandatario logró identificar qué es lo que siente. Cuando se logra ese estado, se puede ser más coherente; es decir, congruente con lo que piensa, siente y realiza. Su expresión asertiva conlleva a la empatía y resolver cualquier situación, sin conflicto alguno. Pero, según políticos y periodistas, no es el caso. No hay tal congruencia y, al contrario, le gusta polarizar y confrontar a sus adversarios.
AMLO, el principal analistas, es el número uno de los analizados por los medios de comunicación. En Atypical Te Ve es cliente frecuente. Suelen explicar que el mandatario es muy transparente y, de inmediato, su expresión corporal denota su enojo y frustración cuando las cosas no le salen como quiere, cuando recibe críticas o se publican reportajes que no le favorecen. Además, le han identificado algunos trastornos psicológicos.
El enojo en el ambiente nacional
Las palabras “enojo”, “malestar” e “ira” son las que más se utilizan en la narrativa de los políticos y periodistas. Es parte de una estrategia; con ellas pretenden calificar o descalificar a quien va dirigido un ataque.
Sin entrar más a fondo, lo que se difunde en el ecosistema mediático da la impresión que las emociones están por encima de la razón y, por lo mismo, se tiene la percepción de un ambiente de confrontación. Pareciera que se está gobernando con el hígado no con la inteligencia y la respuesta, del otro lado, se percibe igual.
Hay algunas voces que privilegian la razón, como la del senador Ricardo Monreal; sin embargo, en un ambiente polarizado, de muchas mentiras muy evidentes, el propio legislador ha caído en ese juego. Son contadas, pero ha caído.
Las emociones, la pasión, la vehemencia con la que defienden sus puntos de vista, políticos y periodistas han creado un ambiente más emocional, sobre todo de enojo o ira, en el ecosistema mediático. Por ello, es necesario ver con otros ojos lo que se transmite, lo que se difunde. Sobre todo, realizar un estudio, un análisis, de la percepción de la población, porque ese ambiente puede llevarlo a su terreno, a su vida cotidiana. Conforme avance esta sucesión adelantada, se verán los efectos de este ambiente entre sus seguidores.