Las lágrimas artificiales emergen como una opción vital para mitigar los síntomas del ojo seco, a menudo desencadenados por el uso prolongado de pantallas y dispositivos móviles. Estas gotas lubricantes no solo complementan la producción natural de lágrimas, sino que también aseguran una superficie ocular húmeda y cómoda.
Diferenciadas por su viscosidad, las lágrimas artificiales acuosas de baja viscosidad proporcionan alivio rápido y temporal, mientras que las de alta viscosidad, con una consistencia más densa y gelatinosa, ofrecen una lubricación más duradera. La elección adecuada depende del caso, y seguir las indicaciones del oftalmólogo o del fabricante es esencial.
Es crucial comprender que las lágrimas artificiales son solo una parte de la solución para el ojo seco. Se recomienda realizar controles oftalmológicos periódicos para identificar cualquier problema visual y recibir el tratamiento adecuado, reconociendo que la atención integral es clave en el cuidado ocular.