La esponja para lavar platos es un héroe anónimo en nuestras cocinas, pero a menudo se le descuida hasta que es demasiado tarde. Si bien puede parecer un objeto limpio debido a su constante contacto con el jabón, la realidad es que este utensilio de limpieza puede convertirse en un caldo de cultivo para bacterias y microorganismos perjudiciales.
Investigadores de la Universidad de Justus Liebig en Alemania han encontrado que las esponjas usadas pueden contener más bacterias que un retrete, con especies que poseen potencial patógeno y que pueden ocasionar infecciones. La textura porosa y la humedad constante hacen que las esponjas sean incubadoras perfectas para estos microorganismos, responsables del desagradable olor a humedad.
Según la Universidad de Sonora, lo ideal es reemplazar las esponjas cada 15 días para evitar cualquier riesgo de contaminación. Sin embargo, hay señales claras que también pueden indicarte cuándo es momento de hacer un cambio, como la pérdida de color, deformación, o la aparición de un olor desagradable.
Más allá de cambiar tu esponja regularmente, es crucial desinfectarla al menos una vez a la semana. Una solución simple de agua y cloro puede ser efectiva para matar cualquier bacteria o hongo restante. Sumergir la esponja en esta mezcla por cinco minutos y enjuagarla bien después, asegurará que tu herramienta de limpieza no ponga en riesgo tu salud ni la de tu familia.