En el vibrante paisaje urbano de Oaxaca, el descontento contra la gentrificación ha cobrado vida a través del arte urbano, convirtiéndose en una poderosa herramienta de protesta. La frase «Gringo no es amigo» ha emergido como un contundente lema en la lucha contra el encarecimiento de la vida en la ciudad, impulsado en parte por la llegada de extranjeros y el consecuente aumento en precios de servicios y alquileres.
Los murales y grafitis que adornan las calles de Oaxaca no solo embellecen el entorno, sino que también sirven como un medio de denuncia social. Mensajes como «Exceso de gringos» reflejan el creciente malestar de la comunidad local frente al incremento de los costos de vivienda. En algunas zonas populares, rentar un cuarto puede superar los 30,000 pesos, una cifra inalcanzable para muchos residentes.
Esta escalada en los precios de los alquileres y la presión sobre la comunidad local han llevado a la propuesta de una iniciativa legislativa en el Congreso de Oaxaca. La propuesta busca combatir los efectos negativos de la gentrificación con una serie de medidas que incluyen la limitación de aumentos en los alquileres, la garantía de que un porcentaje de las nuevas viviendas sea asequible, y la regulación de plataformas de alojamiento que contribuyen al desplazamiento de los residentes.
La protesta en Oaxaca refleja una creciente conciencia sobre las injusticias sociales que la gentrificación puede acarrear. A través del arte urbano y las propuestas legislativas, la ciudad está dando voz a una comunidad que lucha por preservar su identidad y accesibilidad en medio de un cambio vertiginoso. La batalla por el equilibrio entre desarrollo y justicia social continúa, y Oaxaca está decidida a defender el derecho a una vida digna para todos sus habitantes.