No es posible determinar con precisión cuál fue la primera casa de citas en México, ya que este tipo de establecimientos ha existido desde tiempos coloniales y no hay registros precisos de su origen.
Sin embargo, se sabe que en la época colonial había mujeres que ejercían la prostitución en la Ciudad de México y en otras ciudades del país. Muchas de estas mujeres trabajaban en las llamadas «casas de vecindad», que eran edificios que albergaban a varias familias y donde también se alquilaban habitaciones a prostitutas.
Según historias urbanas se podría suponer que la primera casa de citas en México podría ser la Casa de Las Gallas, que se encontraba en la Ciudad de México y fue una de las primeras casas de tolerancia.
Esta fue fundada por María Manuela Castrejón, considerada la primera madame o madrota en la historia de México.
La Casa de Las Gallas se encontraba en el Callejón de la Condesa y fue descubierta en 1808 cuando Castrejón y su empleada María Gertrudis Rojano fueron detenidas in fraganti por los delitos de lenocinio y prostitución.
La prostitución era un mal necesario en la Ciudad de México durante el siglo XVI al XIX, con prostitutas populares como «La Panochera Carrillos», «Pepa la Cotorra», «La Huesitos», «La Villalobos», «La Toreadora» o «La Culo Alegre».
Con el tiempo, las casas de citas se convirtieron en un negocio más formalizado y organizado. A principios del siglo XX, en la época del Porfiriato, surgieron establecimientos lujosos y bien decorados que ofrecían servicios de prostitución de alta gama, y que a menudo estaban ubicados cerca de los hoteles y los teatros más importantes de la ciudad.
En cualquier caso, la prostitución ha sido una práctica que ha existido en México desde hace siglos, y su historia está estrechamente ligada a la historia social y económica del país.