Por Juan Pablo Ojeda
El pasado jueves 28 de noviembre, el Senado de la República vivió un momento cargado de polémica cuando la senadora Malú Micher, de la bancada de Morena, subió a la tribuna para criticar duramente al Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI). Micher no solo cuestionó su desempeño, sino que también lo acusó de ocultar información y de estar involucrado en varios casos de corrupción.
La razón detrás de esta explosiva intervención fue una serie de documentos que la senadora presentó para demostrar, según ella, cómo el INAI había fallado en cumplir con su misión de garantizar la transparencia. Micher mostró en su exposición cómo recursos importantes no fueron transparentados, incluso aquellos que, a su juicio, beneficiaron a empresas vinculadas a Xóchitl Gálvez, excandidata presidencial por la oposición. En un contexto donde se discutía la extinción de siete organismos autónomos, el INAI era uno de los más controversiales, y fue esta institución la que generó el debate más acalorado.
Los senadores de oposición, principalmente del PRI, PAN y Movimiento Ciudadano, votaron en contra de la extinción del INAI, argumentando que su desaparición podría abrir las puertas al secretismo gubernamental, sobre todo en lo que respecta a la información relacionada con casos de corrupción. Estos senadores aseguran que el INAI era clave para asegurar que el gobierno fuera obligado a abrir los archivos y datos que podrían exponer malas prácticas.
Sin embargo, para Micher, el INAI no era lo que parecía. La senadora denunció que no se trataba de un organismo verdaderamente autónomo, sino que operaba bajo lo que ella calificó de «filtros» que impedían el acceso a la información. Durante su intervención, mostró investigaciones que señalaban viajes internacionales realizados por los consejeros del INAI, financiados con recursos públicos, a destinos como París, Londres, Tokio y Buenos Aires. En su opinión, estos gastos eran una muestra más de la falta de transparencia y responsabilidad en el manejo de recursos públicos.
“¿Cuál es la transparencia de la que hablamos cuando se gastan miles de pesos en viajes sin justificación?”, se cuestionó Micher, quien además acusó a los consejeros del INAI de no ser diferentes a los «fifís» a los que tanto critica su partido. Para la senadora, el instituto solo había favorecido a los poderosos y había fallado en su tarea de proteger el acceso de los ciudadanos a la información.
Por otro lado, Micher también aprovechó para arremeter contra el gobierno de Guanajuato, controlado por el PAN, por no rendir cuentas sobre varios temas cruciales relacionados con el uso de recursos públicos. La senadora mencionó, entre otras cosas, el Fideicomiso de Administración e Inversión para Financiar Obras, Infraestructura, Proyectos y Acciones Prioritarias en Materia de Desarrollo Social y Seguridad Pública (Fidesseg), un fondo con más de 300 millones de pesos cuyo beneficiario principal fue Vicente Fox y su esposa, Martha Sahagún. También mencionó la opacidad en el financiamiento del Estadio León y los gastos del programa Tarjeta Rosa de Guanajuato, los cuales no fueron claramente explicados por las autoridades locales.
El INAI fue creado en 2002 como un organismo autónomo con la misión de garantizar que cualquier ciudadano pudiera acceder a la información pública y que sus datos personales estuvieran protegidos. Su existencia representaba un avance importante en la democracia mexicana, pues aseguraba que el gobierno fuera transparente en sus acciones. Sin embargo, las acusaciones de corrupción y falta de transparencia que le hizo la senadora Micher están poniendo en duda su eficacia.
Con la posibilidad de que el INAI sea desaparecido y que su función de garantizar el acceso a la información sea asumida por otro organismo, la pregunta que queda en el aire es: ¿realmente se está defendiendo la transparencia en México, o se está dando paso a un mayor control sobre lo que el gobierno decide hacer público? Solo el tiempo lo dirá, pero mientras tanto, los ciudadanos seguirán observando de cerca cómo evoluciona esta discusión que podría tener repercusiones importantes para la democracia en el país.