Chiapas a 8 de diciembre, 2024.- Eduardo Ramírez Aguilar asumió este domingo la gubernatura de Chiapas con una promesa audaz: devolver la paz a un estado azotado por la violencia del crimen organizado y el desplazamiento forzado. En una ceremonia cargada de simbolismo, el nuevo mandatario morenista se comprometió a transformar el panorama de seguridad en la entidad en menos de dos años.
«La paz va a volver a reinar en nuestros caminos», declaró Ramírez ante una multitud en el Centro de Convenciones Polyforum. Su estrategia incluye la creación del Grupo de Reacción Inmediata ‘Pakal’, una fuerza de élite compuesta por 500 policías especiales bien remunerados y equipados.
El gobernador no se anduvo con rodeos al dirigirse a su gabinete de seguridad: «Están a prueba». Instruyó al secretario de Seguridad del Pueblo, Óscar Alberto Aparicio Avendaño, y al fiscal estatal, Jorge Luis Llaven Abarca, a combatir sin tregua la extorsión, el cobro de piso y los asaltos en carreteras.
La situación en Chiapas es crítica. Otrora considerado un remanso de paz, el estado se ha convertido en campo de batalla entre el Cártel Jalisco Nueva Generación y el Cártel de Sinaloa. La disputa por el control del trasiego de drogas y migrantes ha provocado un éxodo de familias hacia Guatemala.
Las cifras son alarmantes: Tapachula y Tuxtla Gutiérrez se ubican entre las ciudades con mayor percepción de inseguridad a nivel nacional, con 91.9% y 85.9% respectivamente, según la Encuesta Nacional de Seguridad Urbana del INEGI.
Ramírez no se limita a promesas de mano dura. Su visión incluye proyectos ambiciosos como la construcción de la autopista Palenque-San Cristóbal de las Casas, administrada por las comunidades locales, y la declaración de la frontera sur como zona libre de impuestos.
«Vamos a trabajar de la mano con Claudia Sheinbaum», afirmó el gobernador, alineándose con la estrategia federal de la 4T.
El reto es monumental, pero Ramírez se muestra confiado: «Cuento con la claridad, experiencia y valentía para asumir esta responsabilidad». El pueblo chiapaneco, ansioso por recuperar la tranquilidad, observará de cerca si estas promesas se materializan en los próximos 700 días.