El planeta está gritando «¡Socorro!» y la ONU nos está dando un jalón de orejas. Resulta que la deforestación y la agricultura intensiva están poniendo a la Tierra contra las cuerdas, y si no hacemos algo pronto, nos vamos a quedar sin suelo donde pararnos.
Según la Convención de Naciones Unidas sobre la lucha contra la desertificación (CNULCD), necesitamos restaurar 1,500 millones de hectáreas de tierra antes de que se nos acabe la década. Eso es como 10 veces el tamaño de Francia, ¡nada más!
Ibrahim Thiaw, el jefe de la CNULCD, lo pone claro: si no espabilamos, nuestros hijos y nietos van a heredar un planeta hecho un desastre.
La agricultura está en el ojo del huracán. Es responsable del 23% de las emisiones de gases de efecto invernadero, el 80% de la deforestación y se bebe el 70% del agua dulce. Es como ese amigo que llega a la fiesta, se come todo y deja un desastre.
Los científicos han definido nueve «límites planetarios», que son como las líneas rojas que no deberíamos cruzar si queremos seguir viviendo cómodamente en este planeta. Malas noticias: ya hemos cruzado seis de ellos.
No todo está perdido. Los expertos sugieren luchar contra la corrupción, mejorar la gestión del agua y darle una buena sacudida a la agricultura. También proponen redirigir los subsidios agrícolas hacia prácticas más sostenibles. Es como dejar de darle dinero al amigo fiestero para que se compre más cerveza y en su lugar ayudarlo a montar un huerto.
La COP16 sobre desertificación en Arabia Saudita es nuestra oportunidad para ponernos las pilas. O cambiamos el rumbo, o nos vamos a quedar sin planeta donde hacer nuestras fiestas.