La Novena Sinfonía en re menor, Op. 125, mejor conocida como la «Sinfonía Coral», es quizás una de las obras más emblemáticas y revolucionarias de Ludwig van Beethoven. Estrenada el 7 de mayo de 1824 en el Kärntnertortheater de Viena, esta obra no solo marcó el apogeo de la carrera del compositor alemán, sino que también estableció un nuevo paradigma en la música clásica.
El estreno de la Novena Sinfonía fue un evento monumental, no solo por la música en sí, sino también por el contexto de la vida de Beethoven. A pesar de su avanzada sordera, el compositor guió su obra en la mente, leyendo la partitura durante el estreno. El público, consciente de su condición, respondió con ovaciones apasionadas, aunque Beethoven no pudiera escucharlas. Fue solo cuando un solista tocó su brazo que pudo darse cuenta del entusiasta aplauso.
La «Sinfonía Coral» es notable por muchas razones, entre ellas la inclusión de un coro y solistas vocales en el cuarto movimiento, algo sin precedentes para una sinfonía en esa época. Este movimiento utiliza el texto de «Oda a la Alegría», un poema de Friedrich Schiller, que Beethoven había admirado durante años. Este poema celebra la fraternidad y la unidad entre todas las personas, un mensaje que Beethoven intensificó con su música.
El Maestro Guillermo Scarabino, reconocido director de orquesta, destaca la innovación y el profundo significado humanístico de la obra. Según Scarabino, Beethoven fue pionero en la integración de textos literarios en la música sinfónica, y la elección del poema de Schiller no fue casual. Representa un llamado a la unidad y la alegría, principios que resonaron con los ideales de la Revolución Francesa y más allá.
La influencia de la Novena Sinfonía se extendió más allá de los confines de la música clásica. Inspiró a numerosos compositores y se convirtió en un referente cultural global. En el siglo XX, tras las devastaciones causadas por las dos guerras mundiales, la melodía del «Himno a la Alegría» fue adoptada como el himno oficial de la Unión Europea, simbolizando los esfuerzos por la paz y la unidad en el continente.
En 2001, la UNESCO reconoció la trascendencia de esta obra al inscribir la partitura original en el Registro de la Memoria del Mundo, destacándola como parte de la herencia espiritual de la humanidad.
La celebración de su bicentenario no solo honra a Beethoven como compositor, sino que también celebra los valores universales de fraternidad y alegría que su música ha promovido. Un ejemplo de esto será el concierto especial realizado por la Orquesta Filarmónica de Acapulco, que tendrá lugar en el Salón Ocean del Hotel Princess, marcando un momento de reflexión cultural y musical que resalta la relevancia perdurable de la Novena Sinfonía.