En los últimos años, en una buena parte del país y particularmente en la Ciudad de México (CdMx), la manipulación parental se ha vuelto un tipo de “estrategia” y artimañas, acciones a través de las cuales parejas matrimoniales en conflicto y proceso de divorcio buscan dominar y transformar la conciencia de sus propios hijos con el propósito de obstaculizar o destruir sus vínculos con el otro progenitor.
A pesar de que en la mayor parte de los casos los más afectados son los menores de edad, estos suelen ser utilizados tanto por la madre como por el padre en conflicto, para ganar “lealtades” que les faciliten obtener su custodia, quedar bien ante los demás o desquitarse de su expareja, aun a costa de socavar la integridad, el bienestar y la tranquilidad de sus propios hijos.
Del total de juicios por guardia y custodia que se presentan en México al año, el 95 por ciento son ganados por mujeres, según cifras de la Asociación Mexicana de Padres de Familia Separados (AMPFS), la cual indica que al año se registran más de 180 mil casos de alienación parental.
En el caso de la CdMx, el Artículo 282 del Código Civil señala que “los menores de doce años deberían quedar al cuidado de la medre, excepto en los casos de violencia familiar cuando ella sea la generadora o exista peligro grave para el normal desarrollo de los hijos”.
Es importante destacar que la misma Suprema Corte de Justicia de la Nación ha señalado que este tipo de leyes resultan discriminatorias, porque descalifican al padre y de inmediato lo inhabilitan para hacerse cargo de sus propios hijos y además refuerzan el estereotipo que determina únicamente a la mujer como la más capas para desempeñarse como madre.