El añil, un pigmento natural ampliamente usado en todo el mundo, tiene en Niltepec, Oaxaca, uno de sus principales centros de producción. Este lugar no solo se destaca por la calidad del añil que produce, sino también por la rica tradición comunitaria que rodea su elaboración.
Un color ancestral
El añil, conocido también como índigo, es un colorante textil cuyo tono azul profundo ha sido apreciado desde tiempos ancestrales. Su nombre proviene del árabe hispánico «anníl» y del sánscrito «nīla», que significa «azul». En la antigua Mesoamérica, y aún hoy en México, el añil se obtiene del jiquilite (Indigofera suffruticosa), un arbusto silvestre. Las culturas prehispánicas usaban este pigmento para teñir túnicas y ropajes, y formaba parte de la fórmula del famoso pigmento azul maya, conocido por su durabilidad tanto en textiles como en pintura mural.
El proceso artesanal en Niltepec
En Niltepec, la producción de añil es un proceso completamente artesanal que se realiza principalmente en los meses de julio y agosto. La siembra del jiquilite se lleva a cabo en mayo, antes de la temporada de lluvias. La cosecha se realiza a mediados de julio y la producción del pigmento comienza a inicios de octubre.
Una vez cultivado el jiquilite, sus hojas se cortan y se colocan en piletas de cemento llenas de agua. Con la ayuda de los rayos del sol, el agua comienza a hervir y destila un color verduzco. Este extracto se transfiere a una segunda pileta donde se agita manualmente durante horas hasta que aparece el característico color azul oscuro. El líquido se extrae y se seca en paños blancos durante uno o dos días, hasta obtener una pasta que se pone al sol para que se petrifique. Esta pasta es la forma en que se comercializa el añil.
La importancia de conservar la tradición
El añil se utiliza para teñir ropa, como colorante en alimentos y cosméticos. Sin embargo, su producción en México enfrenta desafíos como el comercio ilegal y la falta de apoyo gubernamental. Estas dificultades precarizan el trabajo de los productores de Niltepec, quienes han heredado los secretos de la elaboración del añil de generación en generación. La producción de añil es una actividad que involucra a toda la comunidad, generando una dinámica de trabajo colectivo única.
Proteger y fomentar la producción de añil es crucial para preservar estas tradiciones comunitarias y el conocimiento artesanal que ha sido transmitido a lo largo de los siglos. El añil no solo es un pigmento; es un legado cultural de los antiguos pueblos mesoamericanos que sigue vivo en Niltepec, Oaxaca.