Las histerias de conversión o cómo el presidente usa el sentimiento de transferencia
Por Bruno Cortés
Cuando Sigmund Freud investiga el fenómeno que llamó transferencia y observa toda una serie de vivencias psíquicas tempranas que se revitalizan, no como pasadas, sino como una relación actual con otras personas, en este simple tema hoy el presidente usa el ataque para quienes lo confrontan con su realidad.
La transferencia es la mejor forma de interrumpir un tratamiento, en este caso la terapia de choque que han implicado los escándalos de corrupción que suceden en la administración del presidente López Obrador, porque probablemente el primer mandatario pueda manejar relativamente bien cuando ataca en el sentido de una transferencia negativa.
Freud propone así que existen dos tipos de transferencia que hay que saber diferenciar:
Transferencia positiva: corresponde a todos los sentimientos tiernos que el paciente pueda tener hacia el terapeuta o analista. Estos a la vez se dividen en dos más: de sentimientos eróticos y los de sentimientos amistosos/tiernos.
Transferencia negativa: corresponde a los sentimientos de hostilidad hacia el analista.
Acá los pacientes clínicos, por ejemplo, dicen que el analista es un tonto, que no lo quiere y que no le importa. Incluso en ocasiones cuando cambian de terapeuta comienzan el nuevo proceso con el nuevo terapeuta diciendo cosas como «me di cuenta que mi analista anterior no sabía tanto, no leía tanto, no entendía tanto» esos ataques intelectuales también pueden ser elementos resistenciales. El problema de la transferencia negativa es que, si no se interpreta, terminan en la interrupción del tratamiento.
En este mismo sentido los mexicanos damos terapia al primer mandatario desde hace más de tres años que hace su conferencia mañanera, donde un día si y otro también ataca a sus analistas, en busca de no darse cuenta de lo malo que hay en su administración.
Pero la verdad es que todos somos falibles, aunque el presidente piense que siempre tiene la verdad, se vuelve agresivo aterrado de no tener el control, buscando transferir las culpas a quien lo analiza, demostrando un comportamiento que se inscribe en los estudios freudianos.
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