A medida que celebramos la Jornada Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, impulsada por la ONU, es fundamental reconocer cómo la inclusión de las mujeres en disciplinas científicas impacta positivamente en la salud global. Aunque los avances son notables, las desigualdades de género continúan presentes, lo que limita el potencial completo de la ciencia y, por ende, afecta directamente a las innovaciones en salud que benefician a toda la población.
A pesar de los avances hacia una mayor participación de mujeres en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM), las cifras siguen siendo alarmantes. En campos como la inteligencia artificial, solo el 22% de los profesionales son mujeres, mientras que en áreas como ingeniería y computación, las mujeres representan solo el 28% y el 40%, respectivamente. Esta desigualdad estructural no solo limita las oportunidades para las mujeres, sino que también priva a la ciencia de diversas perspectivas necesarias para resolver problemas complejos, especialmente en el área de la salud.
Elizalde, una destacada investigadora y profesional de Pfizer, remarca la importancia de contar con equipos diversos y equitativos, ya que esto enriquece la investigación y aporta soluciones más completas y efectivas. En su experiencia, el tener una representación equitativa de género no solo rompe barreras, sino que también abre la puerta a la innovación. “Es fundamental que se valore la variedad de perspectivas, porque esto ayuda a cerrar la brecha de género y favorece un progreso más justo”, afirma.
Impacto en la visibilidad y reconocimiento
En el ámbito académico y científico, la visibilidad de las mujeres aún sigue siendo limitada. Las investigadoras son citadas con menor frecuencia que sus colegas masculinos, lo que refleja un sesgo de género que sigue afectando sus carreras y avances. Las mujeres científicas enfrentan una doble barrera, ya que además de luchar contra el acoso sexual, muchas de ellas se ven relegadas de los puestos de liderazgo en áreas clave de investigación.
Según un estudio de la ONU de 2022, una de cada dos científicas ha declarado haber sufrido acoso sexual en el trabajo, lo cual destaca la urgencia de cambiar la cultura de los ambientes laborales científicos. Las estructuras de gestión y los puestos directivos en las investigaciones científicas siguen siendo desproporcionadamente dominados por hombres. Esta falta de representación femenina impide un progreso real en la ciencia y limita el avance de descubrimientos cruciales en la salud pública.
El valor de la diversidad para la salud global
El impulso a la participación de las mujeres en la ciencia no solo es un tema de equidad, sino que tiene repercusiones directas en la innovación en salud. La falta de diversidad en los equipos de investigación y desarrollo limita la visión de los problemas y soluciones de salud que pueden beneficiar a una población diversa. Al incorporar una perspectiva femenina, se pueden identificar nuevas necesidades de salud y diseñar tratamientos más inclusivos, adaptados a todos los grupos de personas.
El compromiso de empresas como Pfizer Cono Sur, que actualmente ocupa un 60% de mujeres en roles de gerencia y dirección, sirve como ejemplo de que las mujeres no solo pueden estar presentes en la ciencia, sino que también pueden liderar proyectos innovadores que impacten positivamente en la salud global.
La inclusión de las mujeres en la ciencia tiene efectos directos y profundos en la salud pública y en los avances científicos que mejoran la calidad de vida de todas las personas. Es imperativo eliminar las barreras estructurales y culturales que persisten en el ámbito científico, creando entornos laborales seguros e inclusivos. Si se promueve la equidad de género en las ciencias, no solo se beneficiarán las mujeres, sino que todos los sectores de la sociedad avanzarán hacia un futuro más justo y saludable.