La historia del retrato de Silvia Pinal pintado por Diego Rivera no solo es un relato sobre arte, sino también un reflejo de la conexión entre dos gigantes de la cultura mexicana. En 1956, en el apogeo de su carrera, la actriz y productora Silvia Pinal se convirtió en musa del famoso muralista, quien decidió regalarle una obra que ha perdurado en la memoria colectiva de México.
La historia comienza gracias al arquitecto Meni Rosen, quien diseñó la casa de Pinal en Jardines del Pedregal. Fue él quien sugirió a Silvia que visitara a Rivera en su estudio en San Ángel. En ese primer encuentro, la química fue instantánea. Rivera, conocido por su estilo provocador y su talento indiscutible, propuso un desnudo; sin embargo, Pinal, con su carácter firme, optó por posar vestida. Finalmente, el retrato se realizó con ella de pie y con un elegante vestido negro, mostrando su reflejo en un espejo.
El proceso de creación del retrato tomó tres meses. A pesar del cansancio que le generaba estar de pie durante largas horas, Pinal se mostró encantada con el resultado final. La obra no solo captura la belleza de la actriz, sino que también refleja el estilo distintivo de Rivera, combinando técnicas impresionistas y postimpresionistas.
Un aspecto notable de esta historia es que Silvia Pinal no tuvo que pagar por el retrato. Rivera decidió regalarle la obra en una muestra de admiración y respeto hacia su talento y carisma. Este gesto solidificó aún más el vínculo entre ambos artistas.
El retrato se convirtió en parte del set del programa «Mujer: Casos de la Vida Real», donde Pinal fue productora y conductora durante más de dos décadas. A través de este programa, el cuadro acompañó a millones de mexicanos, convirtiéndose en un símbolo cultural.
Hoy en día, el cuadro sigue siendo un tesoro para la familia Pinal. Aunque se estima que podría valer varios millones de dólares debido a su historia y autoría, actualmente está en un fideicomiso y es considerado propiedad nacional. Esto asegura que la obra permanezca en México y continúe siendo parte del patrimonio cultural del país.
La historia detrás del retrato de Silvia Pinal por Diego Rivera es un testimonio del poder del arte para unir a las personas y crear legados duraderos. A través de esta obra, no solo se celebra la belleza y el talento de una actriz icónica, sino también la genialidad de uno de los muralistas más importantes de México.