El Cerrito de Guadalupe no es solo una elevación geográfica en Huatusco de Chicuellar, Veracruz; es el alma de una comunidad, el pulmón verde de una ciudad y el hogar de la tercer estatua más grande de la Virgen de Guadalupe en México. Con 30 metros de altura, esta estatua se ha convertido en más que un monumento: es un símbolo de fe y cultura.
El padre Enrique Trejo, un pilar en la historia religiosa de Huatusco, inició una tradición de devoción que perdura hasta hoy. Su legado se extendió más allá de su vida con la compra colectiva de la monumental estatua en el siglo XXI, una hazaña económica de la ciudadanía.
La travesía de la estatua ha sido compleja, marcada por retrasos gubernamentales y una lucha contra el deterioro hasta su ascenso final en 2013. Ahora, esta vigía espiritual de la ciudad no solo atrae a peregrinos sino también a viajeros que buscan un momento de reflexión y admiración ante el esplendor natural y cultural.
Para el aventurero, el sendero hacia la cima es una revelación de la biodiversidad de Veracruz. La caminata se ve recompensada con una vista panorámica de la ciudad, el Pico de Orizaba y el tapiz de naturaleza y urbanidad que compone Huatusco.
El Cerrito de Guadalupe ofrece más que una perspectiva física elevada; proporciona un encuentro con la historia viva y la fe inquebrantable de una comunidad que ha depositado sus esperanzas y sueños en la mirada perpetua de su Virgen monumental.
Qué esperar al visitar:
Antes de partir hacia el Cerrito de Guadalupe, se recomienda prepararse para una caminata enriquecedora. Elige calzado cómodo, lleva agua y una cámara para capturar la fauna local y las vistas impresionantes. Al llegar a la cima, la sencillez de la capilla contrasta con la grandeza de la estatua y la vista, proporcionando una experiencia de tranquilidad y asombro que no se olvida fácilmente.