Según el reciente reporte del Fondo Monetario Internacional (FMI), la economía mundial se encuentra en un camino de recuperación. Se prevé un crecimiento del 3.0% para el presente año y del 2.9% para el próximo. No obstante, las economías en desarrollo y emergentes destacan con un incremento promedio del 4.0% para ambos años, y la región asiática se proyecta para un dinamismo del 5.2% y 4.8% en los mismos periodos. En particular, el FMI pronostica que la economía mexicana experimentará un crecimiento del 3.2% en el presente año y del 2.1% en 2024.
Estas estimaciones contrastan con las preocupaciones iniciales del año pasado, cuando la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) aumentó las tasas de interés para controlar la inflación, agravada por la invasión rusa a Ucrania y el aumento de los precios del petróleo y productos agrícolas. Sin embargo, la economía estadounidense sigue siendo robusta, y el déficit fiscal del país continúa siendo elevado, lo que limitó la capacidad del incremento de tasas para reducir la demanda agregada en las naciones desarrolladas.
En contraste, la economía mexicana enfrentó obstáculos en 2018 debido al cambio de gobierno y la cancelación de la construcción del aeropuerto en Texcoco, lo que afectó significativamente la inversión privada. No fue hasta 2022 que el PIB real regresó a los niveles de 2018, aunque el ingreso per cápita seguía siendo inferior.
El último dato disponible del Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) para agosto muestra un crecimiento del 3.7% en comparación con el mismo mes del año anterior, y un incremento del 3.6% en los primeros ocho meses en comparación con el año anterior. Esto confirma que la economía mexicana podría superar el 3.0% de crecimiento este año.
La recuperación económica de México se basa en un aumento de las exportaciones de años anteriores y un crecimiento del consumo privado, impulsado por mayores salarios reales y la creación de empleos. Además, el gasto público en obras gubernamentales, programas sociales y pensiones tiene un impacto significativo en la economía. Sin embargo, es importante mantener un equilibrio fiscal para evitar un «déficit fiscal estructural» que podría llevar a crisis financieras a largo plazo, como se ha visto en otros países.