Sayulita tiene vibra “buena onda”: sus calles coloridas, Galerías de arte huichol y olas conquistadas por surfistas de todo el mundo lo hacen el Pueblo Mágico más hippie-chic de toda Riviera Nayarit, cuya puerta de entrada es por otro de los destinos de sol y playa consentidos del país, Puerto Vallarta, ubicado a tan solo 40 minutos.
Toda la acción se concentra en la playa de día y de noche. Con los primeros rayos del sol, ves el ir y venir constante de surfistas con su tabla en la cabeza, esperando la mejor ola. Los más experimentados se dan tiempo para impartir lecciones a pie de playa. Hay tiendas / escuelas que también incluyen el dominio de la tabla de paddle surf.
Si lo tuyo no son las olas rebeldes, entonces solo túmbate bajo el sol y disfruta de las enramadas con hamacas. Entre junio y noviembre, espera a que inicie el atardecer, pues hay liberación de tortugas golfinas ya que Sayulita cuenta con campamento tortuguero. Y, de enero a marzo, desde la línea de playa es posible ver el salto de ballenas jorobadas.
Un rincón artístico y gastronómico
Para descansar del mar, basta con adentrarse en las calles del centro. La más frecuentada es Manuel Navarrete con sus restaurantes de pescados y mariscos frescos, vegetarianos y pizzerías rústicas, aunque la oferta gastronómica es internacional. También hay bares para tomar una raicilla, el destilado de la región. Le siguen los hoteles boutique, que con sus fachadas artísticas y pocas habitaciones, le dan al pueblo una atmósfera bohemia. También hay Galerías, boutiques y estudios artesanales que rinden tributo a la cultura huichol.
Para escapar del bullicio, puedes pasar unos días en un recinto para practicar yoga en medio de la selva y con vistas impresionantes al mar. Libre de tecnología para un detox total.
Sayulita no sería nada sin su pedacito de selva, lista para que la explores en caminatas, paseos a caballo o en un tour de aventura que incluya tirolesas.