CDMX a 16 de agosto, 2024.- La captura de Ismael «El Mayo» Zambada, uno de los fundadores del Cártel de Sinaloa, ha generado un terremoto diplomático entre México y Estados Unidos, revelando fisuras en una relación bilateral que se había mantenido tensa pero funcional. Este episodio, que debería haber sido un triunfo en la lucha contra el narcotráfico, ha desatado una ola de desconfianza y recriminaciones entre ambos países.
El 25 de julio de 2024, Zambada fue capturado en un aeródromo de Nuevo México, junto a Joaquín Guzmán López, hijo de Joaquín «El Chapo» Guzmán. Mientras que en Estados Unidos la noticia fue recibida como un golpe certero contra el crimen organizado, en México la situación se tornó mucho más compleja. A tres semanas de la captura, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha expresado su descontento por la falta de información proporcionada por la administración de Joe Biden sobre cómo y por qué Zambada y Guzmán López llegaron a territorio estadounidense.
La relación bilateral, ya deteriorada por la política de «abrazos, no balazos» de López Obrador y las restricciones impuestas a las agencias estadounidenses como la DEA y el FBI, ahora enfrenta un nuevo desafío. Según José Andrés Sumano Rodríguez, profesor de El Colegio de la Frontera Norte, este episodio ha incrementado la desconfianza y podría hacer que la cooperación en temas de seguridad se vuelva más complicada.
La situación es particularmente delicada para Claudia Sheinbaum, quien asumirá la presidencia de México el 1 de octubre de 2024. La falta de cooperación y el deterioro de la relación con Estados Unidos podrían dificultar la implementación de políticas de seguridad y el intercambio de información crucial para combatir el crimen organizado.
Los reclamos de López Obrador se centran en la ausencia de comunicación transparente por parte de Estados Unidos, lo que ha llevado a la Fiscalía General de la República (FGR) a iniciar una investigación sobre los eventos del 25 de julio. El presidente ha expresado su preocupación de que agentes estadounidenses pudieran haber operado en territorio mexicano sin autorización, lo que sería una violación de la soberanía nacional.
El antecedente de la detención del exsecretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos, por parte de la DEA, y los rumores de filtraciones en operaciones como el «culiacanazo», donde Ovidio Guzmán fue temporalmente capturado y luego liberado, han contribuido a la creciente desconfianza. Este nuevo desencuentro pone en evidencia que, a pesar de los acuerdos como el Entendimiento Bicentenario y el Diálogo de Alto Nivel Sobre Seguridad, la cooperación entre ambos países es más frágil de lo que parece.
Alejandro Martínez, profesor de la Universidad La Salle y la UNAM, señala que la captura de Zambada revela un cambio de tono en la política estadounidense, motivado en parte por la percepción de que México no está priorizando el combate al narcotráfico, especialmente en relación con el tráfico de fentanilo, una droga que ha causado estragos en Estados Unidos.
El «pax narca», un supuesto acuerdo entre autoridades mexicanas y el crimen organizado para mantener la paz, ha sido mencionado en las declaraciones de «El Mayo» Zambada, quien vinculó al gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, con una negociación entre líderes políticos y criminales. Aunque el gobierno mexicano ha rechazado estas acusaciones, la sombra de la complicidad sigue afectando la confianza mutua.
Para Estados Unidos, la captura de «El Mayo» era crucial, dado su control sobre la producción y tráfico de drogas en México. Sin embargo, el modo en que se llevó a cabo la operación ha dejado claro que la relación entre ambos países está lejos de ser la de «socios y amigos». A medida que ambos gobiernos atraviesan por transiciones, existe la posibilidad de que un nuevo enfoque pueda abrir la puerta a una cooperación más efectiva, pero por ahora, la tensión predomina.