Por Ilian Muñoz
En 1955, Escuela de Vagabundos no solo consolidó a Pedro Infante como el ídolo del cine nacional, sino que también albergó una anécdota que revela la espontaneidad detrás de las cámaras. Según la actriz Anabel Gutiérrez, en una entrevista recuperada recientemente, Infante sorprendió a Miroslava Stern al lanzarla a una fuente en una escena que no estaba scriptada, un momento que hoy simboliza la magia improvisada del cine de oro mexicano.
El Error que se Convirtió en Leyenda
La película, dirigida por Rogelio A. González, narraba las peripecias de un grupo de vagabundos liderados por Infante. En la escena clave, su personaje debía simular un beso con Miroslava, quien fingía un desmayo. Sin embargo, Infante decidió desviarse del guión: en lugar del romance pactado, la sumergió en el agua. “Nadie lo esperaba, ni siquiera el equipo”, relató Gutiérrez. La reacción genuina de Miroslava —entre la risa y el enfado— quedó inmortalizada.
Miroslava Stern: Profesionalismo ante la Sorpresa
Aunque Stern continuó la toma con elegancia, repitiendo su diálogo “Alberto, mi vida, yo sabía que me querías”, Gutiérrez detalló que la actriz se sintió vulnerada. Al terminar la filmación, persiguió a Infante por el set para reclamarle. Este episodio, lejos de opacar su legado, resalta el compromiso de ambos actores: la escena se mantuvo en el corte final y se volvió un símbolo de la química en pantalla.
Éxito Taquillero y Reconocimiento Crítico
Estrenada el 27 de enero de 1955, la cinta se convirtió en la más taquillera de Infante, según datos de la época. Además, ocupa el puesto 91 en la lista de Las 100 Mejores Películas del Cine Mexicano, avalada por 25 expertos. Su éxito radicó en la combinación de comedia, drama y un elenco estelar —Blanca de Castrejón, Ramón Valdés y Oscar Pulido— que reflejó la identidad popular de la época.
Miroslava: Brillantez Truncada
La trágica muerte de Stern, dos meses después del estreno, añadió un halo de melancolía a su participación. Considerada una de las actrices más talentosas de su generación, su trabajo en Escuela de Vagabundos fue uno de los últimos, consolidándola como un ícono de elegancia y versatilidad.
El Cine como Reflejo Cultural
Más que entretenimiento, el filme capturó la esencia social de los años 50 en México: la lucha por la supervivencia, la solidaridad marginal y el humor como resistencia. Infante, con su carisma de “hombre del pueblo”, encarnó estos valores, mientras que la dirección de González equilibró crítica social y comedia.
Anabel Gutiérrez: Una Voz Testigo
El relato de Gutiérrez, fallecida en años recientes, no solo desentraña un secreto del set, sino que subraya la importancia de preservar la memoria oral del cine. Sus entrevistas son ventanas a una época donde la improvisación y el profesionalismo coexistían para crear arte imperecedero.
Legado y Vigencia
Hoy, Escuela de Vagabundos se estudia en academias de cine como ejemplo de narrativa eficaz y actuación auténtica. Plataformas digitales han reintroducido la cinta a nuevas generaciones, demostrando que el humor y la humanidad de sus personajes trascienden décadas.
Un Tesoro Nacional
La broma de Infante a Miroslava no fue solo un acto de picardía, sino un recordatorio de cómo el cine mexicano se construyó con pasión, talento y momentos inesperados. A casi 70 años de su estreno, la película sigue siendo un faro de la cultura popular, donde hasta los errores se transforman en arte.