La ironía a veces se pasa de lanza. Kristi Noem, la secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos, fue víctima de un robo justo en el corazón de Washington, D.C. —una ciudad donde supuestamente todo está vigilado y blindado. Y no fue cualquier robo: le quitaron un bolso que llevaba $3,000 en efectivo, su pasaporte, su licencia de conducir, llaves, cheques en blanco, medicamentos y hasta su credencial oficial de acceso al Departamento de Seguridad Nacional.
Todo ocurrió mientras cenaba en un restaurante de la capital. Lo más impresionante es que ni ella ni el Servicio Secreto se dieron cuenta del momento exacto del robo. Las cámaras captaron a un hombre blanco con cubrebocas, pero hasta ahora no se ha revelado su identidad ni se sabe si fue algo planeado o un robo al azar.
La noticia desató un torbellino mediático, no solo por lo escandaloso del robo, sino por el perfil de la víctima. Noem ha sido muy vocal sobre temas de seguridad e inmigración. Hace poco fue criticada por aparecer con un Rolex de 50 mil dólares durante una redada migratoria y por sus polémicas visitas a prisiones en El Salvador.
La pregunta que muchos se hacen es: ¿si roban con tanta facilidad a la jefa de Seguridad Nacional, qué esperanza queda para el resto de los mortales? El incidente ha puesto en duda la eficacia de la seguridad para funcionarios públicos, pero también ha encendido las redes con críticas al doble discurso sobre “orden y control”.
Por ahora, las autoridades no han dicho mucho. Se sabe que la investigación sigue en curso, pero no hay arrestos ni detalles oficiales adicionales. Mientras tanto, Noem guarda silencio y, por supuesto, ya hay memes circulando por toda la red.