Jueces con votos, no con nombramientos

Por Bruno Cortés

 

En un país donde votar se ha convertido en el principal símbolo de poder ciudadano, ahora resulta que también podríamos estar eligiendo a quienes dictan justicia desde la cúpula judicial. Así, con ese tono de «esto es histórico», el diputado de Morena, Carlos Alonso Castillo Pérez, salió a defender con todo la legitimidad de quienes conformarán la nueva Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), asegurando que estos nuevos ministros y ministras sí tienen el respaldo del pueblo, no como antes, que eran elegidos por sus cuates… perdón, por sus pares.

Y es que este domingo 1 de junio no solo se votó por presidencia, Congreso y gobiernos locales. También, en un hecho inédito, millones de personas depositaron su boleta para elegir directamente a personas juzgadoras. Un experimento democrático que ya está generando todo tipo de reacciones.

Durante una rueda de prensa en el Senado, Castillo Pérez, rodeado por su bancada morenista, aseguró que esto representa un parteaguas: “No solamente tenemos, como dijo el presidente López Obrador, a la mejor presidenta del mundo, sino que ahora México se está convirtiendo en el país más democrático del mundo, pésele a quien le pese”.

El diputado contrastó cómo la ministra presidenta actual de la Corte, Norma Piña, fue electa por sus colegas ministros, mientras que los nuevos integrantes llegaron ahí con millones de votos ciudadanos en la bolsa. Para ponerlo fácil, explicó: si un senador del PAN representa, en promedio, medio millón de votos, pero un juez o jueza electa trae hasta cinco millones, pues ¿quién tiene más respaldo? Esa es la pregunta que lanzó, en tono retador, a los partidos de oposición.

En otras palabras, Morena está planteando una nueva lógica: que la legitimidad en el poder judicial ya no venga solo de la preparación técnica o del nombramiento político, sino de la urna. Un cambio de fondo que, como era de esperarse, ha generado ruido en pasillos y cafés del Senado.

Además, Castillo Pérez no se quedó sin sacar a relucir la historia electoral del país. Recordó el proceso de 2006, cuando Felipe Calderón llegó a la presidencia con 15 millones de votos bajo acusaciones de fraude. “Si ese resultado se aceptó con controversia y todo, ¿por qué ahora se quiere desacreditar a jueces que traen 13 millones de votos?”, dijo, dejando entrever una doble moral entre quienes hoy critican el nuevo sistema.

Pero ojo: esto no significa que ya esté todo dicho ni que no existan dudas legítimas. Elegir jueces por voto directo abre muchas preguntas: ¿cómo garantizas su independencia si hacen campaña?, ¿será la popularidad mejor criterio que la preparación jurídica?, ¿no se corre el riesgo de politizar aún más la justicia?

Lo cierto es que este paso forma parte de un paquete de reformas que Morena ha impulsado bajo el sello de la Cuarta Transformación, y que busca que todas las instituciones respondan —según ellos— a la voluntad popular. Para bien o para mal, esto cambiaría la forma en que se ejerce el poder judicial en México.

Así que, mientras unos celebran este nuevo camino hacia una «justicia más democrática», otros ven con preocupación la posibilidad de que se convierta en una Corte más partidista. ¿Quién tiene razón? Como suele pasar en política, dependerá de a quién le preguntes. Pero una cosa es segura: la democracia mexicana está probando nuevos trajes, y este parece uno de los más arriesgados.

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