Por Bruno Cortés
En un día soleado en la Ciudad de México, la tensión por los nuevos aranceles impuestos por Estados Unidos era palpable. La presidenta Claudia Sheinbaum, sin perder el temple aún en medio de la crisis, ha puesto en primera línea a Marcelo Ebrard, su secretario de Economía, para manejar la situación. Ebrard, conocido por su astucia diplomática y su manejo de relaciones comerciales internacionales, ha sido visto entrando y saliendo de Palacio Nacional, sumergido en reuniones y estrategias para mitigar el impacto de los aranceles del 25% sobre productos mexicanos.
Sin embargo, la ausencia notable en esta escena es la del canciller Juan Ramón de la Fuente. Este hombre, con un historial académico y diplomático impecable, ha sido sorprendentemente silencioso ante uno de los mayores desafíos comerciales que México ha enfrentado recientemente. La Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) no ha emitido ninguna declaración formal sobre la crisis de los aranceles, lo cual ha levantado cejas y ha alimentado especulaciones sobre la estrategia diplomática del gobierno mexicano.
En las calles de la capital, los ciudadanos intercambian teorías. Algunos especulan que De la Fuente está trabajando tras bambalinas, quizás en negociaciones secretas con el equipo de Trump. Otros murmuran que su ausencia podría ser un signo de un desacuerdo interno sobre cómo abordar la situación. «Es como si el canciller se hubiera desvanecido en el aire justo cuando más lo necesitamos», comentó un transeúnte mientras observaba el Palacio Nacional desde la distancia.
Las fuentes cercanas al gobierno sugieren que la estrategia de Sheinbaum es dividir responsabilidades, dejando a Ebrard como el rostro visible de la respuesta económica, mientras que De la Fuente podría estar preparando un terreno diplomático más sutil. Pero, ¿dónde está el canciller? Se le ha visto en Palacio Nacional, pero sin dar declaraciones, lo que solo incrementa el misterio.
La prensa y los analistas políticos están ansiosos por entender la reticencia de la SRE a comunicar su postura. La última vez que la cancillería se mantuvo tan callada fue durante las turbulencias comerciales del gobierno anterior, y la historia nos enseña que el silencio diplomático puede ser tan elocuente como las declaraciones.
Mientras tanto, Ebrard se ha reunido con líderes empresariales y ha prometido que México no se quedará de brazos cruzados frente a las medidas de Trump. La presidenta Sheinbaum, por su parte, ha enviado cartas diplomáticas, pero sin la presencia pública de De la Fuente, la estrategia parece incompleta a los ojos de muchos.
El silencio del canciller en un momento tan crítico no solo deja un vacío informativo sino también una sensación de que el gobierno mexicano podría estar guardando sus mejores cartas para un enfrentamiento diplomático que se avecina. A medida que los días pasan, la pregunta sigue siendo: ¿Dónde está Juan Ramón de la Fuente y qué papel jugará en la resolución de este desafío arancelario?