El ministro de Defensa de Israel, Israel Katz, ha lanzado una advertencia contundente a Hamás: si el grupo islamista no libera a los rehenes israelíes que mantiene cautivos, Israel procederá a anexar partes de la Franja de Gaza. Esta amenaza se produce tras la reanudación de los bombardeos masivos en el territorio palestino, rompiendo la tregua que estaba en vigor desde el 19 de enero.
Katz declaró que ha ordenado al ejército israelí tomar más territorios en Gaza y que, cuanto más se demore Hamás en liberar a los rehenes, más territorio perderá, el cual será anexado por Israel. Además, mencionó la posibilidad de ampliar las «zonas de amortiguamiento» alrededor de Gaza para proteger a la población civil, lo que implicaría una «ocupación permanente» de estas áreas.
En paralelo, el presidente estadounidense, Donald Trump, ha respaldado plenamente la ofensiva israelí y ha sugerido un plan de desplazamiento voluntario para los 2.4 millones de habitantes de Gaza hacia Jordania y Egipto, con la visión de transformar la Franja en una «Riviera de Medio Oriente». Esta propuesta ha sido rechazada por los gobiernos de la región y por organizaciones de derechos humanos, que la consideran inviable y contraria al derecho internacional.
Mientras tanto, la situación humanitaria en Gaza se agrava. Los ataques aéreos y terrestres han provocado cientos de víctimas civiles y han obligado a más de 1.7 millones de personas a desplazarse dentro del territorio. La falta de acceso a agua, alimentos y atención médica ha dejado a la población en condiciones desesperadas.
La comunidad internacional ha expresado su preocupación por la escalada del conflicto. El presidente ruso, Vladimir Putin, se ha mostrado dispuesto a mediar para desescalar la situación, mientras que manifestantes en Israel exigen al gobierno que priorice la liberación segura de los rehenes y critican las políticas bélicas actuales.
Con la amenaza de anexión y la intensificación de las operaciones militares, el futuro de Gaza es incierto. La presión internacional aumenta para que ambas partes reanuden las negociaciones y se permita la llegada de ayuda humanitaria, pero la escalada de violencia y las amenazas de anexión dificultan la perspectiva de una solución pacífica en el corto plazo.