Los científicos han descubierto que el pueblo prehispánico de los Paracas, que habitaba la costa sur de Perú hace unos 2.000 años, practicaba la deformación craneal y pintaba los cráneos de sus antepasados como parte de un ritual funerario.
La deformación craneal era una práctica común en muchas culturas antiguas y consistía en modificar la forma del cráneo mediante la aplicación de presión. En el caso de los Paracas, se cree que la deformación craneal se realizaba en la infancia y que tenía un significado simbólico y ritual. Los Paracas creían que la cabeza era la parte más importante del cuerpo, ya que era la sede del alma, y que la deformación craneal les permitía acceder a un estado superior de conciencia.
En cuanto a la pintura de los cráneos, los científicos han descubierto que los Paracas utilizaban pigmentos naturales para crear diseños complejos en los cráneos de sus antepasados. Estos diseños incluían patrones geométricos, figuras humanas y animales, y elementos de la naturaleza, y se cree que tenían un significado simbólico y ritual.
Según los investigadores, la práctica de la deformación craneal y la pintura de los cráneos eran parte de un ritual funerario que honraba a los antepasados y les permitía conectarse con el mundo espiritual. Se cree que los Paracas creían en la continuidad de la vida después de la muerte y que los cráneos pintados y deformados eran una forma de mantener una conexión con los antepasados y el mundo espiritual.