Brasil a 2 de septiembre, 2024.- La Amazonía brasileña está viviendo uno de sus peores momentos en más de una década. En agosto, los incendios forestales en la región alcanzaron su nivel más alto desde 2010, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe) de Brasil. Con 38,266 focos de incendio detectados por satélites, esta cifra representa más del doble del número de incendios reportados el año anterior para el mismo mes, evidenciando una crisis ambiental impulsada por la sequía, el cambio climático y las actividades humanas.
En los últimos meses, la Amazonía ha sido víctima de una sequía récord, exacerbada por un fenómeno climático conocido como El Niño, que ha dejado a la selva tropical especialmente vulnerable. Este fenómeno, combinado con los efectos del cambio climático, ha llevado a una reducción significativa en las lluvias. Según expertos, las lluvias llegaron tarde y fueron más débiles de lo habitual, lo que creó las condiciones ideales para que los incendios se propaguen con mayor rapidez e intensidad.
Los datos de agosto reflejan un incremento alarmante en los focos de incendio, marcando el nivel más alto en 14 años. Este aumento coincide con el llamado «Arco de la Deforestación», una región que abarca el norte de Rondonia, el sur de Amazonas y el suroeste de Pará, áreas que han sido fuertemente impactadas por la deforestación y el cambio en el uso del suelo para actividades ganaderas.
Helga Correa, especialista en conservación de WWF-Brasil, destacó que, además del cambio climático y El Niño, las acciones humanas juegan un papel crucial en el incremento de los incendios. «La región donde detectamos mayor concentración de humo coincide con el Arco de la Deforestación,» explicó Correa, señalando que la conversión de selva en pastizales para la cría de ganado está contribuyendo significativamente a la crisis.
El aire más cálido y la vegetación más seca, consecuencias directas del cambio climático, han creado condiciones en las que los incendios no solo se propagan más rápidamente, sino que también arden con más intensidad y durante más tiempo. La deforestación ha reducido la capacidad de la selva para producir lluvia y humedad, factores críticos para la salud del ecosistema amazónico.
La situación en la Amazonía no solo representa una crisis ambiental local, sino que también tiene repercusiones a nivel global. La Amazonía, conocida como el «pulmón del planeta», juega un papel crucial en la regulación del clima global al absorber grandes cantidades de dióxido de carbono. La pérdida de este bioma, tanto por la deforestación como por los incendios, contribuye al aumento de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, acelerando el calentamiento global.
Los incendios también liberan grandes cantidades de partículas y gases tóxicos en la atmósfera, afectando la calidad del aire y poniendo en riesgo la salud de las comunidades locales y de aquellas ubicadas a cientos de kilómetros de distancia.
Frente a esta crisis, organizaciones ambientales y expertos en conservación están haciendo un llamado urgente a las autoridades brasileñas y a la comunidad internacional para tomar medidas inmediatas. Es fundamental implementar políticas más estrictas de protección forestal, así como iniciativas de restauración y reforestación que permitan recuperar las áreas afectadas por los incendios y la deforestación.
La Amazonía está en un punto crítico, y su preservación es esencial no solo para Brasil, sino para el mundo entero. Se necesita una acción concertada y comprometida para proteger este invaluable recurso natural antes de que sea demasiado tarde.