Por Bruno Cortés
¿Reanimación cómica o resucitación del cinismo político?
El 8 de abril, Hugo López Gatell volvió a la vida pública, y lo hizo, literalmente, trayendo a alguien de vuelta de la muerte. El ex zar anticovid apareció en “Operación Mamut”, programa de sátira de Canal Once, donde participó en un sketch de 20 segundos en el que finge reanimar a Fernando Rivera Calderón, uno de los conductores. ¿La escena? A medio camino entre un mal episodio de “Dr. House” y un homenaje involuntario al absurdo. ¿El contexto? El aniversario de la emergencia sanitaria por COVID-19. ¿La reacción? Un país entero levantando la ceja… y las cejas de sus muertos.
El humor negro como analgésico de la amnesia institucional
La escena, decorada con risas y frases como “¡Sálvelo, doctor, sálvelo!”, cayó como bomba en redes. La crítica no tardó en incendiarse: muchos consideraron que Gatell, más que revivir un cadáver ficticio, había abierto viejas heridas. No es menor: más de 807 mil muertes excesivas durante la pandemia, de las cuales al menos 297 mil se consideran prevenibles, según la Comisión Independiente de Investigación sobre la Pandemia. Hacer chistes sobre eso es como contar chascarrillos en un velorio… siendo el responsable del accidente.
El sketch que nadie pidió (pero sí indignó)
La polémica no es nueva para Gatell. Ya lo vimos en la portada de Quién, posando como estrella de rock mientras el país lloraba a sus muertos. Pero esta vez cruzó una línea particularmente incómoda: la del respeto mínimo. Que aparezca en un programa de comedia estatal —sí, con nuestros impuestos— y además se diga “orgulloso de su gestión” mientras actúa un sketch sobre resurrección, es como si un pirómano hiciera un tutorial de cómo apagar incendios… con gasolina.
Un exfuncionario, una cámara y cero autocrítica
Lo más escalofriante no fue el sketch, sino que Gatell, entre risas, aprovecha para defender su gestión. “Estoy muy contento y orgulloso”, dijo. Ni una pizca de autocrítica, ni un ápice de reconocimiento del daño. Mientras tanto, hay familias que aún no entienden por qué no llegaron los ventiladores, por qué nunca hubo pruebas masivas o por qué les dijeron que “usar cubrebocas no servía”. Si eso es motivo de orgullo, que alguien nos diga qué significa el fracaso.
¿Canal Once o Comedy Central de la 4T?
La televisión pública está para educar, informar y también entretener, claro. Pero cuando uno de los rostros más polémicos de la pandemia aparece a hacer comedia negra sin consecuencias, sin contexto, sin respeto, uno se pregunta si Canal Once no está convertido en el club de la comedia del oficialismo. Porque si esto fue un intento de redención mediática, salió más como autogol que como estrategia.
Entre la desmemoria y la desfachatez
El sketch llega, además, en un momento político clave. Gatell no logró la candidatura para gobernar la Ciudad de México, pero sigue cerca del poder. Su reaparición podría leerse como una prueba de aguas para medir su popularidad. Si fue así, el termómetro está claro: no solo sigue siendo impopular, sino que además ahora carga con la etiqueta de insensible.
La risa no cura todo. A veces duele más
La tragedia de la pandemia dejó marcas profundas. Convertir ese dolor en sketch, sin verdad, sin justicia y sin una pizca de empatía, es revictimizar desde la comodidad del set. Quizá Gatell quiso mostrarse humano. El problema es que, para muchos, ya no hay vuelta atrás: ni su reputación se reanima con electroshocks televisivos, ni los muertos regresan con chistes.