Por Bruno Cortés
En el hackeo hecho por Guacamaya los hackers dijeron que se empezó a explotar mucho los servidores de Zimbra (software de correos que usa la SEDENA) y dimos que otras entidades también estuvieron descargando los correos a la vez que nosotros, eso significa que muchos, muchos, muchos otros hackers habían estado robándose los datos del gobierno mexicano los mismos datos que están sacando a la luz.
Así las cosas las vulnerabilidad del ejercito está abierta no solo a estos ciberacvtivistas, si no probablemente a intereses ilegales que ya tienen acceso a la “inteligencia” de México.
Este ataque se dio gracias que no fue instalada una actualización de Zimbra que es un parche, es una actualización en el software, la SEDENA no había parchado una vulnerabilidad de abril por lo que en octubre o por el mes de septiembre se pudo acceder durante un mes completo.
Uno de los datos interesantes es que estos 6 tb si tenemos una conexión de 300 MB por segundo descargar tardaría un día 23 horas y 43 minutos con una colección de esta calidad, pero ¿cuánto se demoraron estos hackers? Según los mismos hackers se llevaron un poco más de un mes para copiar estos 6 Tb.
Y nadie se dio cuenta, ¿no les parece la alarmante? La SEDENA no tienen sistemas automáticos observabilidad, como los que deberían monitorear en tiempo real quienes accedían a los servidores,
Los datos descargados, estos 6TB son datos archivados del 2016 al 2018, los hackers de Guacamaya, han dado accesos a la distribución de los datos solamente ciertas organizaciones periodísticas porque como datos sensibles pueden ocasionar muertes en los operativos militares.
Los mexicanos nos deberíamos preguntar si la SEDENA tiene el presupuesto suficiente para prevenir estos ataques, y la respuesta es sencilla el gobierno de México le dio a la SEDENA 1500 millones de pesos mexicanos para protegerse contra hackeos que son aproximadamente 74 millones de dólares.
Uno de los temas más importantes es que se dio a conocer que el gobierno de México contrató Pegasus de uno de los mecanismos de espionaje desarrollado por uno de los departamentos de inteligencia más altos del gobierno de Israel, la unidad 85/22 del Mossad, para hackear teléfonos y se ha usado para espiar no a los delincuentes, si no a los activistas sociales, periodistas y personajes opositores al gobierno.
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