Por Juan Pablo Ojeda
Greenpeace México ha acogido positivamente la decisión de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) de reconocer los daños ambientales ocasionados por la construcción del Tren Maya y su intención de implementar un plan de restauración en la Península de Yucatán. No obstante, la organización subraya la importancia de incluir a la ciudadanía, comunidades locales y especialistas en la formulación de este plan, asegurando que las soluciones sean efectivas y sostenibles a largo plazo.
Uno de los puntos centrales destacados por Greenpeace es la propuesta de declarar el sistema de cavernas y cenotes de Quintana Roo como una reserva de la biosfera. Este paso tiene como objetivo la protección del acuífero de la Península de Yucatán, una fuente clave de biodiversidad y vital para las comunidades de la región. Sin embargo, la organización advierte que la protección debe extenderse más allá de Quintana Roo, abarcando problemas como la contaminación derivada de monocultivos industriales en Campeche y las mega granjas porcícolas en Yucatán, que también afectan al medio ambiente y las fuentes de agua.
En relación con las medidas implementadas para mitigar el impacto del Tren Maya, Greenpeace destaca que aunque se han mejorado los pasos de fauna y eliminado algunas mallas en las vías, persisten dudas sobre la efectividad de estas medidas para asegurar la supervivencia y reproducción de especies en peligro de extinción, como el jaguar. La organización señala que la operación del Tren Maya como un ferrocarril de carga aumenta la fragmentación de los ecosistemas y eleva el impacto sobre la fauna local, lo que plantea aún más desafíos para la conservación.
Por otro lado, Greenpeace también señala que es necesario que la Semarnat aclare cómo abordará no solo la gestión de desechos en la industria porcícola, sino también el crecimiento descontrolado de esta actividad y el desarrollo inmobiliario en la región, los cuales están afectando la calidad del agua y la biodiversidad. La organización ha mostrado preocupación por la viabilidad del programa de reforestación propuesto dentro del Plan de Restauración Integral, pidiendo claridad sobre qué especies se plantarán, en qué áreas y cómo se garantizará su éxito.
Desde 2022, Greenpeace y otras organizaciones ambientalistas han estado alertando sobre los daños potenciales de los tramos 5, 6 y 7 del Tren Maya, señalando la construcción sobre terreno kárstico, la afectación a sistemas de cuevas y ríos subterráneos, así como la deforestación masiva y la pérdida de biodiversidad. Además, la expansión de bancos de materiales pétreos para la construcción del proyecto y la industria inmobiliaria han continuado degradando los ecosistemas de la región, con la conversión de suelos que amenazan la selva y su biodiversidad.
En respuesta, la Semarnat ha sugerido acciones como la eliminación de mallas metálicas que obstruyen el paso de fauna y la prohibición de la construcción de caminos secundarios en la selva, cuya finalidad ha sido fomentar el turismo en la zona. Además, se proponen medidas de conservación para las cavernas y cenotes, que son esenciales para el ecosistema y las fuentes de agua de la región.