Por Juan Pablo Ojeda
Las relaciones entre España y México se han tensado tras el veto al rey Felipe VI en la ceremonia de toma de posesión de la nueva presidenta, Claudia Sheinbaum, programada para el 1 de octubre. El Gobierno español ha expresado su descontento de manera formal al convocar al embajador mexicano en Madrid para presentar una queja a través de una “nota verbal”, un canal habitual de comunicación diplomática.
Según información de El País y confirmada por EFE, el Ministerio de Exteriores español hizo hincapié en la inusitada exclusión del monarca, subrayando que es un hecho sin precedentes en la historia de las relaciones hispano-mexicanas. Esta protesta se vio complementada por la entrega personal de la nota por parte del embajador español en México a la Cancillería, subrayando la gravedad del asunto.
El Gobierno español ha decidido no enviar ningún representante a la ceremonia, un gesto que recalca su descontento. Sin embargo, se espera que miembros de Sumar, el socio de coalición del Gobierno, estén presentes, lo que ha generado críticas dentro del partido socialista.
Claudia Sheinbaum justificó la decisión de no invitar a Felipe VI, alegando que esta exclusión responde a la falta de respuesta a una carta enviada en 2019 por su antecesor, Andrés Manuel López Obrador. En esa misiva, se solicitaba una disculpa del monarca por los “atropellos” cometidos durante la conquista, un tema sensible que ha marcado la historia de México y sus relaciones con España.
Este episodio pone de relieve las complejas dinámicas en la relación entre ambos países y la importancia de la historia en la política contemporánea. Mientras México se prepara para un cambio en su liderazgo, la falta de representación española en la ceremonia de Sheinbaum podría ser un indicador de las tensiones que podrían influir en la diplomacia bilateral en el futuro.