En el ámbito médico, es ampliamente reconocido que hombres y mujeres manejan sus condiciones de salud de manera diferente, tanto en cómo perciben sus síntomas como en la frecuencia con la que buscan atención médica. Estas diferencias no solo son anecdóticas, sino que están respaldadas por la observación directa en consultorios y hospitales, así como por estudios científicos.
Por un lado, se ha observado que las mujeres tienden a gestionar mejor sus dolencias. Esta capacidad podría estar relacionada con su mayor proclividad a buscar asistencia médica y a seguir tratamientos de manera más rigurosa. Sin embargo, cuando se trata de síntomas cardíacos, las mujeres suelen demorar más que los hombres en solicitar ayuda. Esto se debe a que los síntomas de problemas cardíacos pueden ser más sutiles en mujeres que en hombres, y a menudo son minimizados tanto por ellas mismas como por sus parejas.
Por otro lado, los hombres generalmente visitan al médico con menos frecuencia, particularmente para chequeos de rutina. Esta reticencia a buscar atención médica puede resultar en diagnósticos tardíos y en el empeoramiento de condiciones que podrían haber sido gestionadas de manera más efectiva si se hubieran detectado antes. Curiosamente, muchas veces los hombres acuden al médico impulsados por la insistencia de sus parejas.
En casos de emergencias cardíacas, los estudios muestran que en países como Argentina y Uruguay, las mujeres tardan en promedio dos horas más que los hombres en buscar atención médica. Este retraso puede ser crítico, ya que la rapidez en la respuesta es crucial para el tratamiento de infartos y otras condiciones cardíacas graves.
El conocimiento de estas diferencias de género es vital para los profesionales de la salud, quienes deben considerar estas tendencias al diagnosticar y recomendar tratamientos. Asimismo, es importante que la población general esté informada sobre cómo los prejuicios de género pueden influir en la salud, para así poder tomar medidas proactivas en la búsqueda de asistencia médica.
La solución pasa por una mayor concienciación sobre la importancia de la atención médica preventiva para todos, independientemente del género, y por un enfoque más personalizado en el tratamiento médico que tenga en cuenta estas diferencias.