Brooklyn, NY a 16 de octubre, 2024.- La Corte Federal de Brooklyn, Nueva York, dictó una sentencia que marca un antes y un después en la lucha contra la corrupción y el narcotráfico en México. Genaro García Luna, quien fue secretario de Seguridad Pública durante la administración de Felipe Calderón, fue condenado a 38 años de prisión tras ser hallado culpable de múltiples delitos, entre ellos narcotráfico y mentir a las autoridades migratorias de EE.UU.
La sentencia, impuesta por el juez Brian Cogan, no solo es significativa para la justicia estadounidense, sino que también representa un acontecimiento histórico en México. García Luna se convierte en el primer alto funcionario mexicano en recibir una condena por delitos relacionados con el narcotráfico en territorio estadounidense, un hecho que revela la magnitud de la corrupción en el país.
Durante el juicio, los fiscales pidieron una cadena perpetua, argumentando que García Luna no solo era un colaborador del Cártel de Sinaloa, sino que, en realidad, «él era el cártel». Según las autoridades, su papel fue fundamental para facilitar las operaciones de Joaquín «El Chapo» Guzmán, lo que ha dejado a muchos sorprendidos, dado que García Luna era considerado un pilar de la seguridad en México.
En un momento clave de la audiencia, el juez Cogan enfatizó la traición que representa la condena de García Luna, un funcionario que supuestamente debía proteger a los ciudadanos, pero que, en cambio, eligió una vida de corrupción y complicidad. Además de la larga condena, el ex «superpolicía» también recibió una multa de 2 millones de dólares y, una vez cumplida su condena, deberá vivir bajo vigilancia durante cinco años.
Desde su captura en 2019, García Luna ha sido objeto de atención mediática y ha puesto de relieve la relación entre el poder político y el narcotráfico en México. La sentencia ha sido celebrada por muchos como un paso hacia la justicia, pero también plantea preguntas sobre el futuro del sistema de justicia mexicano y la necesidad de reformas profundas para erradicar la corrupción.
A medida que el caso de García Luna continúa resonando, su historia sirve como un recordatorio de las profundas raíces del narcotráfico en el país y de la lucha constante por la verdad y la justicia.