La igualdad de género y la educación de calidad son pilares fundamentales en la lucha contra la pobreza y la promoción de la prosperidad compartida en todo el mundo. Así lo enfatiza el Banco Mundial, que se posiciona como la principal entidad de financiamiento de la educación en los países en desarrollo. El Banco Mundial se compromete a velar por que los proyectos educativos consideren de manera prioritaria las cuestiones de género y trabajen incansablemente para superar las barreras que obstaculizan que las niñas y los niños se beneficien por igual de las inversiones en educación realizadas por los países.
La educación de las niñas va más allá de simplemente asistir a la escuela. Se trata de crear un ambiente en el que puedan aprender, sentirse seguras, adquirir las habilidades necesarias para el mercado laboral, desarrollar competencias socioemocionales, tomar decisiones sobre sus propias vidas y contribuir a sus comunidades y al mundo en general.
Las estadísticas demuestran que tanto las personas como los países se benefician de la educación de las niñas. Las mujeres con mayor educación tienden a estar mejor informadas sobre temas como la nutrición y la atención médica, tienen menos hijos, se casan a una edad más avanzada y, si eligen ser madres, sus hijos suelen gozar de mejor salud. Además, es más probable que participen en el mercado laboral formal y obtengan ingresos más elevados. Según el Banco Mundial, la falta de oportunidades educativas para las niñas y los obstáculos que les impiden completar 12 años de educación ocasionan pérdidas económicas que oscilan entre los USD 15 billones y los USD 30 billones a nivel mundial. Esta combinación de factores puede tener un impacto significativo en la erradicación de la pobreza a nivel familiar, comunitario y nacional.
Sin embargo, el desafío persiste. Según estimaciones de la UNESCO, 129 millones de niñas en todo el mundo no asisten a la escuela, con 32 millones en edad de educación primaria y 97 millones en edad de educación secundaria. Aunque se han logrado avances en la paridad de género en las tasas de matriculación en la escuela primaria y secundaria a nivel mundial, las tasas de finalización de las niñas siguen siendo inferiores, especialmente en países de ingresos bajos.
Las brechas son aún más pronunciadas en países afectados por fragilidad, conflicto y violencia, donde las niñas enfrentan mayores probabilidades de no asistir a la escuela y tienen menos oportunidades de completar la educación secundaria.
La crisis de aprendizaje es otra preocupación importante, ya que muchas niñas y niños no adquieren habilidades de lectura adecuadas a una edad temprana. Esto requiere un esfuerzo continuo para mejorar la calidad de la educación y garantizar que las niñas y los niños puedan alcanzar su pleno potencial.
Aunque las tasas de matriculación en la educación terciaria favorecen ligeramente a las mujeres jóvenes en muchos países, persisten brechas de género en las tasas de participación en la fuerza laboral, especialmente en regiones como Asia meridional y Oriente Medio y Norte de África. El Banco Mundial reconoce que abordar estas desigualdades es esencial para lograr un progreso sostenible y equitativo en todo el mundo.
En resumen, el Banco Mundial se compromete a abordar las desigualdades de género en la educación y a garantizar que todas las niñas y mujeres jóvenes tengan acceso a una educación de calidad. Este enfoque no solo es un imperativo de derechos humanos, sino también una estrategia clave para el desarrollo mundial y la erradicación de la pobreza extrema.