El hombre que durante décadas encabezó una de las cumbres más influyentes del planeta, el Foro Económico Mundial, ha dejado su cargo de forma abrupta. Klaus Schwab, de 87 años, fundador del Foro y figura central en la famosa reunión anual de Davos, renunció este lunes sin dar mayores explicaciones. Pero el silencio duró poco.
Días después, la organización confirmó que ha iniciado una investigación interna luego de recibir una carta anónima con fuertes acusaciones que apuntan directamente a Schwab y a su esposa, Hilde.
Según reveló The Wall Street Journal, el documento fue enviado por antiguos y actuales empleados del Foro Económico Mundial, y detalla presuntas irregularidades como el uso de recursos de la organización para fines personales: desde pedir a jóvenes empleados que retiraran grandes sumas de dinero en efectivo hasta el pago de masajes durante viajes oficiales.
La carta encendió las alarmas del consejo de administración, que convocó una reunión de urgencia nada menos que el domingo de Pascua. El resultado: la dimisión inmediata de Schwab, quien originalmente planeaba una salida más gradual.
Aunque el portavoz del exdirector rechazó todas las acusaciones y anunció que tomarán acciones legales contra quienes hayan difundido lo que califican como “falsedades”, el Foro no ha querido cerrar el tema. “Nos tomamos estas acusaciones en serio”, dijo la organización en un breve comunicado, dejando claro que no se emitirán más comentarios hasta tener los resultados de la investigación.
La salida de Schwab marca un antes y un después en el Foro Económico Mundial, que desde 1971 se convirtió en un punto de encuentro de líderes políticos, empresariales y sociales de todo el mundo. Ahora, la sombra de posibles escándalos financieros y éticos pone a la organización bajo presión en un momento en el que la transparencia y la rendición de cuentas se exigen más que nunca.
¿Podrá el Foro mantener su credibilidad mientras investiga a su propio creador? El tiempo —y los resultados de la indagatoria— lo dirán.