Desde los 12 años, Felipe de Jesús Horta Tera ha tallado la historia de su pueblo en madera, convirtiéndose en uno de los grandes guardianes de las tradiciones artesanales de Tócuaro, Michoacán. Heredero de las técnicas de su padre, Eustacio Horta Castillo, Felipe lleva 45 años perfeccionando un arte que no solo da vida a las festividades locales, sino que también ha conquistado escenarios internacionales, como Estados Unidos y Europa.
El arte que respira tradición
Las máscaras de Felipe son protagonistas en danzas tradicionales como las pastorelas y las fiestas del Día de la Candelaria, donde personajes como Luzbel, Pecado y el arcángel Miguel enfrentan el eterno combate entre el bien y el mal. Cada pieza es tallada y pintada a mano, destacando colores vibrantes y diseños únicos que evocan diablos, animales y figuras míticas.
“El diablo es uno de los personajes más fuertes. Sus máscaras, llenas de detalles como serpientes y escorpiones, capturan una energía especial que se transforma en el baile”, explica Horta.
La elección de la madera es clave en su arte. Felipe utiliza especies como el copal, el aguacate y el colorín, adaptando cada una al propósito de la máscara. Para los danzantes, opta por maderas ligeras, mientras que para colecciones o exhibiciones selecciona las más resistentes.
Un embajador cultural en el mundo
La pasión de Felipe por mantener viva esta tradición lo ha llevado más allá de las fronteras mexicanas. Durante más de 30 años, ha exhibido sus máscaras en festivales y centros culturales de Estados Unidos, colaborando con instituciones como el Mesa Art Center en Arizona. Además, imparte talleres donde niños y adultos exploran los significados detrás de sus creaciones.
El año pasado, Felipe cruzó el Atlántico como invitado especial de la diseñadora Carla Fernández para una exposición en París, Francia, donde presentó su trabajo en la prestigiosa Galerie du 19M. “Fue emocionante compartir nuestro arte con el mundo y ver el interés por nuestras tradiciones,” relata.
Un legado familiar y comunitario
El taller de Felipe es un esfuerzo familiar donde su esposa, Elia Saucedo, y sus hijos trabajan codo a codo en cada creación. Su hija, en particular, aporta su talento en el decorado final de las máscaras.
Además de su labor artística, Felipe busca enriquecer la oferta cultural de Tócuaro, invitando a otros artesanos a participar en ferias y festivales internacionales. “Queremos que cada máscara cuente una historia y conserve el espíritu de nuestras tradiciones,” afirma.
Para seguir este legado vivo, puedes encontrar a Felipe Horta en Instagram (@felipe.horta.tocuaro) y Facebook (Felipe Horta Masks), donde comparte su proceso creativo y sus próximos eventos.
Así, las máscaras de Tócuaro, con su fuerza visual y simbólica, se convierten en un puente entre el pasado y el presente, llevando el alma de Michoacán a los rincones más inesperados del mundo.