CDMX 08/04/ 2022.- Al menos eso es lo que propone un estudio publicado en Geo Science World realizado por un equipo de expertos encabezado por el ingeniero geólogo de la UNAM Israel Ramírez Uribe y el vulcanólogo y doctor Claus Siebe.
Los investigadores analizaron los patrones del flujo de magma del Popocatépetl de los últimos años y las erupciones pasadas para establecer posibles escenarios en los que una explosión pondría en riesgo a la población aledaña al volcán.
Específicamente los expertos analizaron el flujo de lava Nealtican, la cual se formó tras la explosión conocida como Lorenzo Pumice y cubre un área de 70 kilómetros cuadrados.
Según el estudio, este flujo de lava tiene una mayor viscosidad que la que se reportan en volcanes más activos como los de Hawai, con una velocidad promedio de 1 a 33 metros por día, por lo que se estima que pudo haber tardado hasta 35 años en formarse.
«Estimamos que la fase efusiva que produjo el campo de flujo de lava Nealtican pudo haber durado 35 años. Esta erupción tuvo un impacto considerable en los asentamientos prehispánicos alrededor del volcán, cuyo éxodo y reubicación de población probablemente contribuyó al surgimiento de importantes ciudades en el centro de México, como Teotihuacán y Cholula», se lee en el artículo.
Para los expertos, existe información suficiente para considerar que si se diera una explosión como la de Lorenzo Pumice, ocurrida entre el año 350 y 50 A.C. en Tetimpa, ocurrirían graves daños a la infraestructura de pueblos cercanos e incluso en algunas zonas de Puebla.
«Debemos trabajar con las comunidades en riesgo y tratar de explicar los peligros volcánicos y sus efectos no solo desde una perspectiva técnica, sino también considerando los aspectos socioculturales, las creencias religiosas y la cosmovisión de los habitantes», explica el propio Ramírez-Uribe en otro artículo realizad por EurkAlert.
¿Cuándo podría ocurrir la próxima explosión?
Si bien la ciencia aún no puede predecir cuándo ocurrirá la próxima explosión, sí puede analizar diversos factores que ayudarían a evaluar el riesgo de que ocurran pronto.
Ejemplo de ello es una investigación de la Universidad de Durham realizada por Martin F. Mangler, Chiara María Petrone y Julie Pritulak en el que se analizaron las fases en las que se acumula magma dentro del Popocatépetl.
Los investigadores estudiaron los patrones de recarga pre-eruptiva y cebado (cuando se forman reservorios de magma que provocarán erupciones) para conocer su duración, frecuencia y vínculo con las erupciones.
Según los resultados obtenidos, las erupciones efusivas las anteceden periodos de nueve y 13 años de mayor actividad de recarga, mientas que en erupciones explosiones el periodo va de los 15 a los 100 años.
Los expertos concluyeron que en los últimos 26 años esta recarga ha tenido una actividad mayor a las registradas previo a erupciones efusivas y moderadamente explosivas y tiene más semejanza con las erupciones explosivas más grandes.