Un alarmante estudio realizado por la Universidad Texas A&M-Corpus Christi (TAMU-CC) ha revelado que los delfines mulares del Golfo de México están ingiriendo fentanilo y otros opioides, una situación que pone de manifiesto el daño que la actividad humana está causando en el ecosistema marino. Este hallazgo no solo es preocupante para la fauna marina, sino que también plantea serias interrogantes sobre las implicaciones para la salud humana.
El estudio titulado “Sustancias farmacéuticas presentes en la grasa de delfines mulares comunes (Tursiops truncatus) vivos que nadan libremente”, publicado en la revista iScience, analizó 89 muestras de grasa de delfines, de las cuales 83 pertenecían a delfines vivos y 6 a ejemplares ya fallecidos. Los resultados fueron impactantes: 30 delfines mostraron presencia de fármacos, y de estos, 18 dieron positivo a fentanilo. Además, todos los delfines encontrados muertos contenían esta potente sustancia, que es 100 veces más fuerte que la morfina.
¿Cómo Llegaron las Drogas al Océano?
La pregunta crucial es cómo estas sustancias están llegando al hábitat marino. Según Dara Obach, una de las autoras del estudio, se ha establecido un vínculo entre el hallazgo de un delfín muerto en la bahía de Baffin, Texas, y una importante redada de drogas líquidas en un condado cercano. Esto sugiere que los productos farmacéuticos en el ecosistema marino son un problema persistente y creciente.
Los delfines son considerados especies centinela, lo que significa que su salud refleja el estado del ecosistema marino. La presencia de fentanilo y otros fármacos en su organismo es una clara señal de que la contaminación está afectando no solo a los mamíferos marinos, sino también a la cadena alimentaria que eventualmente impacta a los humanos.
El hecho de que los delfines estén consumiendo estas sustancias plantea serias preocupaciones sobre cómo esto podría afectar a los seres humanos. Muchas personas consumen productos del mar que podrían estar contaminados con los mismos compuestos químicos. Esto crea un ciclo peligroso donde la salud marina se traduce directamente en riesgos para la salud pública.
La investigación destaca la necesidad urgente de abordar la contaminación por fármacos en nuestros océanos. No solo se trata de proteger a las especies marinas, sino también de salvaguardar nuestra propia salud. La situación exige acciones concretas para reducir el uso indebido de sustancias y mejorar las prácticas de gestión ambiental.