CDMX, 13 de septiembre del 2022.- Estados Unidos renueva su sede diplomática en México a través del traslado de su embajada de la alcaldía Cuauhtémoc a la vecina Miguel Hidalgo, del Paseo de la Reforma a la colonia Irrigación, entre la inconformidad de los vecinos del nuevo destino.
La primera molestia surgió en torno al derribo de los árboles del perímetro de la nueva obra, localizada en uno de los recintos más exclusivos de la Ciudad de México, una colonia aledaña a la Plaza Carso, donde el magante mexicano Carlos Slim desarrolló un museo de arte contemporáneo y un acuario, que conviven con el Museo Jumex, especializado en plástica.
Como parte de sus maniobras de construcción, los encargados de la nueva embajada talaron 26 árboles, en un plan de aniquilamiento de 86 que fue frenado por las manifestaciones de los afectados.
«Desde el inicio de la construcción, la embajada ha obtenido todos los permisos pertinentes y ha actuado de conformidad con las leyes y regulaciones aplicables», aseguró el Gobierno de la Ciudad de México el 10 de septiembre mediante un comunicado, un mensaje que contó con la participación de la Secretaría del Medio Ambiente (Sedema) local.
Este otorgamiento de permisos, a decir de los vecinos inconformes, es parte del problema, pues las autoridades mexicanas han dado todas las facilidades al responsable de la obra, el Departamento de Estado de Estados Unidos, pese a las afectaciones y molestias de los allegados a la nueva sede diplomática, oficialmente localizada en la calle Presa La Angostura 225, en el poniente de la capital del país.
En respuesta a las inconformidades, la nueva embajada estadounidense se comprometió a plantar 60 árboles maduros alrededor del complejo diplomático, de acuerdo con el comunicado, además de que la obra originalmente autorizada plantea la plantación de 376 ejemplares más en las áreas verdes interiores.
Una habitante cercana al complejo diplomático Atziri Carranza, sin embargo, detalla en entrevista que el derribo de árboles es apenas el inicio de las preocupaciones de la comunidad de vecinos.
La inconformidad de Carranza es acompañada por diferentes vecinos de la nueva sede diplomática como el investigador Gerardo Ángeles Castro, quien ha sumado su voz a la incomodidad. «Ni un árbol talado más», reclamó el allegado.
Cincuenta años en resistencia
Desde su origen, la colonia Irrigación ha aprendido a defenderse de vecinos más fuertes, como la empresa Colgate-Palmolive ubicada en el predio donde hoy se construye la nueva representación diplomática de Washington en México, declara Carranza.
La familia de la activista llegó a la colonia desde la década de 1950 y 20 años después, en 1972, fundó la Asociación de Residentes y Propietarios de la colonia Irrigación para articular las inconformidades contra la empresa, en este caso porque la falta de regulaciones ambientales producía que su contaminación en jabón afectara a los vecinos.
Medio siglo después, Atziri Carranza preside la asociación, desde la que se opone a las que considera prácticas abusivas de la embajada estadounidense, con la colusión de las autoridades.
«Las autoridades siempre, siempre nos han tratado como ciudadanos de quinta», a los que no toman en cuenta durante la toma de decisiones, acusa.
Carranza comparte un álbum que reconstruye la lucha social de su familia en la colonia Irrigación.
/ Stephanie Palacios
La asociación cuenta entre sus luchas una confrontación con el jefe del Departamento del Distrito Federal entre 1976 y 1982, el priista Carlos Hank González, quien privatizó una calle en beneficio de la Colgate-Palmolive, sin embargo, recuperada por la acción de los vecinos. En la década de 1980, las fábricas se retiraron de la zona, vacío que fue aprovechado por el empresario Carlos Slim para desarrollar torres inmobiliarias de lujo y, más adelante, su Museo Soumaya, el nuevo rival de los vecinos de la colonia Irrigación, describe Carranza. Otro punto central del activismo vecinal fue la lucha en 2015 contra el proyecto de colocar parquímetros en las calles de la colonia.
«Descubrimos que todo era un negocio terriblemente amañado», apunta la vecina y dice que se logró una votación popular contra los parquímetros validada ante notario.
El rechazo a los aparatos de cobro a autos estacionados ganó con más del 80% de los votos, celebra Carranza, en un proceso que considera señal de adultez entre la ciudadanía involucrada.
La tala de árboles: punta del iceberg
«La tala de los árboles es solamente la punta de un iceberg, es una actitud la que tienen ellos», sintetiza la vecina sobre la inconformidad vecinal ante el desarrollo inmobiliario de la embajada.
A inicios de septiembre de 2022, durante la madrugada, camiones se encargaron de la mutilación de árboles sanos de entre 25 y 30 metros de altura, denuncia Carranza, sin previo aviso a los vecinos. Los trabajadores aseguraron que contaban con permiso para derribar 86 árboles, de los cuales alcanzaron a destruir sólo 26 ante la inconformidad local.
«¿Qué sigue, además, de la tala de los árboles? Tenemos la experiencia mundial de que los gringos, su territorio, son los policías del planeta, o sea, ellos invaden, invaden, invaden, basta ver cómo tienen todo alrededor para saber y preguntarnos qué sigue», especula Carranza.
Además, acusa a las autoridades de la alcaldía Miguel Hidalgo, presidida por el panista Mauricio Tabe, de tener una actitud entreguista en favor de Estados Unidos y sus intereses de renovación de su sede diplomática en México. Carranza interroga si las autoridades locales tendrían la misma disposición si la embajada que se construye en la colonia Irrigación fuera de Venezuela, Honduras, Túnez o Guatemala.
«¿Qué pasaría entonces?, ¿cuál sería la actitud?», indaga.
«Hay vecinos que no les importa que la embajada esté aquí, pero hay otros que estamos muy preocupados por todo lo que puede implicar la embajada», subraya.
Ante la eventual operación de la embajada en la colonia Irrigación, Carranza teme que quede desnaturalizado el tránsito libre por las calles y que proliferen los policías estadounidenses determinando las acciones de los vecinos.
Zanja abierta en el espacio público por las obras de la embajada de EEUU en México.
/ Samuel Cortés Hamdan
«Esta colonia no tiene un metro cerca, es caótico, es una colonia pequeñita, es una colonia que además no está, insisto, vinculada a grandes avenidas, o sea, la embajada tiene un verdadero impacto», reprocha.
«Estamos verdaderamente asustados» y ejemplifica con el caso de la embajada de Paseo de la Reforma, todavía operativa, a donde decenas de ocasiones se han convocado movilizaciones contra las políticas de la Casa Blanca, por lo que la sede diplomática mantiene un desplegado permanente de vallas en torno a su edificio y en el camellón de enfrente, en la estructura de andador de la avenida, una de las más icónicas de la capital del país.
El justificante en la ampliación de servicios
La embajada de Estados Unidos requiere de la ampliación de sus redes hidráulica y eléctrica para sus operaciones, reconoce la Sedema en su comunicado del 10 de septiembre y justifica las afectaciones de obra que viven actualmente los vecinos bajo el criterio de que la zona quedará mejorada con las maniobras de construcción del Departamento de Estado.
Esta actitud, califica Carranza, resulta de una posición servicial de las autoridades mexicanas ante la sede diplomática.
«Las autoridades se han dedicado a ponerles el paso, la alfombra, a ponerles lo que ellos necesitan para que funcione», acusa la vecina sobre la Ciudad de México y la alcaldía Miguel Hidalgo y señala que, en consecuencia, los encargados de la obra no han tenido una actitud de diálogo con los vecinos.
«Las autoridades nunca, nunca, nos han cuidado, hemos tenido que pelear no solamente contra las fábricas sino contra nuestras autoridades, que se supone que están para atendernos, llegan al poder por un proceso democrático para atender nuestras necesidades», reclama.
La activista Atziri Carranza explica que aprendió de la lucha ciudadana gracias al ejemplo de su madre.
/ Stephanie Palacios
Las dudas ante el futuro
A Carranza le preocupa una posible depreciación de la casa que posee su familia en las inmediaciones de la nueva embajada estadounidense en México. Además, la vecina observa que el edificio no contempla estacionamiento para visitantes, por lo que le preocupa la proliferación de visitantes que acudan a la sede diplomática para sus trámites migratorios o de otro tipo.
«¿Qué va a pasar cuando haya una manifestación hacia la embajada?, que siempre ha habido y seguramente va a haber. ¿Qué va a pasar con todo lo que trae una embajada como necesidades? Por supuesto que nos van a invadir», estima.
«Con la paranoia que tienen ellos, imagínense sus medidas de seguridad, aquí hay muchos vecinos muy inocentes, que creen que la embajada les va a dar una mejor calidad de vida, ¿cómo?, vamos a ser como migrantes en nuestra colonia, vamos a ser mirados con sospecha, seguramente», enfatizó.
Carranza sabía de antemano que la Sedema publicaría un comunicado el 10 de septiembre validando el talado de árboles, como sabe que la oposición a la sede diplomática continúa más allá del derribo de los ejemplares.
«Es una actitud completamente invasiva e imperialista lo que están haciendo, y coludidos con las autoridades, ¿qué ley puede existir, qué permiso puede existir para un ecocidio? ¿Cómo?», reprocha.
Residente de una vivienda construida a unos pasos de la embajada, su vida quedará transformada por la presencia de la sede diplomática, por lo que se considera dispuesta a mantener la inconformidad ante la representación del Gobierno de Estados Unidos en México.