En 1950 surge la Carrera Panamericana. Una de las carreras de resistencia más exigentes de la historia que puso a prueba a los mejores coches y a los pilotos más experimentados y atrevidos de la época.
Umberto Maglioli en su Ferrari 375 Plus lideraba la cuarta y última etapa de la carrera. Poco antes de terminar la cuarta etapa, su auto comenzó a fallar. Su Ferrari 375 Plus tenía una fuga de aceite por un agujero en el cárter.
En medio de la nada y sin repuesto para esta parte vital del auto, las esperanzas de terminar la carrera eran prácticamente nulas.
En la quinta etapa de la carrera y cuando el auto estaba prácticamente a punto de dejar de funcionar, Umberto Maglioli se detuvo en medio de la carretera cuando vio un pequeño taller llamado “El Milagro”.
Maglioli fue recibido por Renato Martínez quien era el dueño y único mecánico del taller en medio de la nada. Renato Martínez le confirmó a Maglioli que en realidad se trataba de una fuga de aceite en el cárter y que tenía una solución «creativa» para repararla en instantes. Al menos para poder terminar su viaje.
Renato Martínez atrapó un balde y una gran barra de jabón. También tomó tres botellas pequeñas de Coca-Cola y se las dio a Maglioli diciendo: «Mientras bebes esta Coca-Cola, repararé tu auto».
Un incrédulo Maglioli solo podía sentarse, beber la coca y esperar un milagro. Mientras tanto, Renato Martínez desarmó el Ferrari y usando la barra de jabón comenzó a frotar poco a poco el carter con él. Por fricción, el jabón se derritió y creó una pasta que selló el orificio de fuga. El jabón «corta» el aceite y se adhiere al metal del cárter y al solidificarse se vuelve duro como una roca.
Asombrado, Maglioli agradeció a Renato y sacó de Ferrari una pequeña cámara Roliflex con la que capturó ese momento milagroso. Taller «El Milagro» y Renato junto al Ferrari 375 Plus en reparación quedaron inmortalizados.
Umberto Maglioli en su Ferrari 375 Plus, terminó la cuarta etapa de la carrera en primer lugar y cambió la historia de Ferrari para siempre.
Si bien Ferrari era un automóvil muy conocido en Europa, no lo era en Estados Unidos y la marca estaba lejos de ser un negocio económicamente viable. Ferrari necesitaba desesperadamente demostrarle a Estados Unidos que sus autos eran superiores, rápidos y confiables. Ganar la carrera les traería reconocimiento y con sus ventas en Estados Unidos, lo que les ayudaría a salvar la marca de la bancarrota.
Tiempo después, Renato Martínez recibió por correo la fotografía impresa que Maglioli había tomado de ese momento. La fotografía fue firmada:
«A mi amigo Renato M. De Umberto Maglioli».
La fotografía venía acompañada de una carta de agradecimiento a Renato que decía: «Renato, El Milagro Mexicano que ayudó a Ferrari».
Esa carta fue firmada por un hombre llamado Enzo Ferrari.