Una nueva investigación logró encontrar tejido nervioso en fósiles de insectos de hace más de 500 millones de años. El excepcional hallazgo podría ayudar a los científicos a reconstruir la historia evolutiva de las arañas y escorpiones modernos.
Según Javier Ortega-Hernández, primer autor de la investigación, encontrar tejido nervioso fosilizado del período Cámbrico —que tuvo lugar hace entre 543 millones y 490 millones de años—, es una «raridad».
«Es realmente un golpe de suerte», afirmó el paleobiólogo de invertebrados de la Universidad de Harvard.
Los dos minúsculos fósiles estudiados por Ortega-Hernández tienen cerca de 508 millones de años. Ambos son de la especie Mollisonia symmetrica, detalla Live Science.
Los insectos fosilizados son parte de colecciones de dos importantes museos. Uno pertenece al Museo de Zoología Comparada de Harvard, en donde Ortega-Hernández es curador, mientras que el otro es propiedad del Instituto Smithsoniano. Ambos fósiles se hallaron en las lutitas de Burgess, una conocida formación geológica de la provincia de Columbia Británica (Canadá).
El fósil de Harvard tiene cerca de 13 milímetros de largo y 3,5 mm de anchura en su punto más ancho. Por su parte, el fósil del Smithsoniano mide solo 7,5 mm de largo y 1,7 mm de alto.
Según Ortega-Hernández, ninguno de los dos fósiles parece particularmente emocionante a simple vista. Sin embargo, pese a su apariencia poco interesante, los insectos se mostraron sorprendentes al observarlos a través de un microscopio.
Al observar los fósiles con la ayuda del dispositivo, el científico encontró sistemas nerviosos bien conservados en ambos. Debido a que el proceso de fosilización transformó el tejido en películas de carbono orgánico, los nervios fosilizados parecían manchas negras de tinta, detalló LS.
Según los autores del estudio, en ambos fósiles se han observado nervios ópticos que iban desde los ojos de los insectos hasta la parte principal de su cuerpo. Además, los autores notaron en las criaturas una especie de tejido nervioso en la cabeza, pero no está claro si se trata de una estructura similar al cerebro o si es algo completamente diferente.
«Podemos ver que hay algo allí, pero no tenemos suficiente resolución para poder decir, ‘Oh, definitivamente está organizado de esta manera o de esa otra'», dijo Ortega-Hernández.
Esta incertidumbre no permite determinar la relación precisa de Mollisonia symmetrica con los otros artrópodos, es decir, los animales invertebrados como los insectos, arácnidos, crustáceos, entre otros. Sin embargo, utilizando como base las características presentes en los artrópodos, los científicos construyeron dos posibles árboles evolutivos.
En ambos árboles, M. symmetrica y los quelicerados modernos comparten un antepasado común, lo que significa que el sistema nervioso relativamente simple de estos insectos antiguos dio lugar al cerebro altamente condensado de los miembros de este grupo, en el que se encuentran los escorpiones, las arañas y las garrapatas.