En las laderas de Xaltepec, cuyo nombre en náhuatl significa «Cerro de Arena», se pueden encontrar vestigios de culturas prehispánicas que alguna vez lo veneraron. Los chichimecas y toltecas construyeron aquí el señorío de Techichco antes de que el volcán Xitle cambiara para siempre el destino de estas tierras. Era un lugar de vida, de comunidades que florecieron alrededor de sus faldas, dejando un legado cultural y arqueológico que aún hoy despierta la curiosidad de historiadores y arqueólogos.
Los pueblos históricos como Zapotitlán, fundado en 1435, aprovecharon los recursos naturales del volcán. El tezontle, una roca volcánica porosa de color rojizo, fue fundamental para la construcción de estructuras emblemáticas en Tenochtitlan, como la Casa de las Águilas. Este material no solo proporcionó estabilidad a las construcciones sino que también simbolizaba la fuerza y el poder de los aztecas.
Hoy en día, Xaltepec se enfrenta a una nueva era, una de desafíos medioambientales. La explotación minera ha dejado cicatrices en su geografía. La extracción indiscriminada de tezontle, basalto y arena ha alterado su geomorfología, provocando erosión y pérdida de biodiversidad. Las laderas que alguna vez fueron verdes y densamente pobladas de árboles ahora reflejan un panorama más árido y desolado, un triste contraste con su pasado vibrante.
Sin embargo, no todo es pérdida. Comunidades locales y organizaciones ambientales han iniciado esfuerzos para la preservación y recuperación del entorno natural de Xaltepec. Proyectos de reforestación y campañas de concienciación buscan devolverle al volcán algo de su antiguo esplendor, educando a las nuevas generaciones sobre la importancia de la conservación.
Desde su cima, la vista es impresionante, un tapiz urbano que se extiende hasta donde alcanza la vista, pero con la posibilidad de contemplar también los parches de verde que representan la lucha por mantener vivo el espíritu natural de Xaltepec. Es un lugar donde la historia geológica y humana se entrelazan, donde cada piedra cuenta una historia de creación, destrucción y renacimiento.
A pesar de su estado de volcán extinto, Xaltepec sigue siendo un punto de referencia, no solo geográfico, sino también cultural y espiritual para los habitantes de la Ciudad de México. Es un recordatorio de que incluso en medio del bullicio de una metrópoli, la naturaleza y su historia tienen un lugar prominente.
Caminar por sus senderos es como viajar en el tiempo, donde cada paso nos conecta con los ancestros que vieron en este volcán no solo un desafío natural sino una fuente de vida y cultura. En un mundo que avanza hacia el futuro, Xaltepec nos invita a mirar hacia atrás, a valorar y proteger lo que la naturaleza nos ha legado.