En el corazón de la Sierra Gorda hidalguense, el Pueblo Mágico de Zimapán alberga una maravilla natural conocida como El Vigilante. Este imponente mirador de piedra, que se eleva a 15 metros de altura, cautiva a los visitantes con su singular rostro que parece dividirse entre el bien y el mal. La figura, que se erige majestuosa en la localidad de Llano Segundo, ofrece una experiencia única a los aventureros que buscan conectar con la naturaleza y la historia.
El Vigilante, situado a orillas de la presa hidroeléctrica Zimapán, es un monolito que despierta la curiosidad y el asombro de quienes lo contemplan. Según la tradición local, el rostro tallado por el tiempo y los elementos naturales representa dos facetas: una que simboliza el bien y otra que evoca el mal. Los guías locales animan a los visitantes a pedir un deseo al mirador para alejar las malas energías.
El mirador forma parte del Centro Ecoturístico El Vigilante, donde los visitantes también pueden admirar pinturas rupestres y disfrutar de los paisajes del Cañón del Infiernillo. Desde la presa, en un paseo en lancha, es posible apreciar ambas expresiones del rostro, ofreciendo una perspectiva única de esta figura enigmática.
Las vistas de 360 grados desde la cima del mirador son una recompensa para aquellos que se atreven a superar el miedo a las alturas. Los amaneceres y atardeceres desde El Vigilante son particularmente impresionantes, convirtiéndolo en un lugar ideal para los amantes de la fotografía y la naturaleza.
Para llegar al mirador desde Pachuca o la Ciudad de México, se recomienda planificar un viaje temprano o considerar pasar la noche en la zona para disfrutar al máximo de la experiencia. El acceso al mirador es posible en auto propio o a través de transporte público y operadoras de tour desde la cabecera municipal de Zimapán.