CDMX a 14 de octubre, 2022.- El principal derrotado tras la fractura de la alianza ‘Va por México’ es Claudio X. González Guajardo, activista, filántropo e hijo de uno de los hombres de negocios más influyentes de México, Claudio X. González Laporte, integrante del Consejo de Administración de Kimberly Clark desde la década de 1960.
Fue González Guajardo quien convocó a los líderes de los partidos políticos del viejo régimen en su casa, ubicada en uno de los barrios más opulentos de la Ciudad de México, las Lomas de Chapultepec.
Fue él quien los convenció de hacer realidad una alianza histórica—nunca antes se habían unidos fuerzas políticas que se decían antagónicas—para perseguir un objetivo en común: derrotar al proyecto político del presidente Andrés Manuel López Obrador.
La cohesión de ‘Va por México’ parecía a prueba de fuego. Sin embargo, la aprobación de la reforma constitucional sobre la Guardia Nacional provocó una ruptura y, hasta el momento, no hay visos de que la alianza pueda recomponerse.
Algunos legisladores del Partido Revolucionario (PRI) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD) votaron a favor de la polémica iniciativa—que buscaba regular el papel de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad pública—, tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado.
‘Unid@s’, aunque se presenta como un nuevo bloque, no es sino una organización reciclada que sigue la fórmula preferida de González Guajardo: apoyarse en las denominadas organizaciones de la sociedad civil.
La aprobación de esta reforma, en palabras de González Guajardo, significó un acto de «traición» contra los ciudadanos que votaron por la alianza ‘Va por México’ en los comicios de mediados del año pasado. De ahí la necesidad de lanzar un nuevo bloque, capaz de volver a generar «confianza».
De ‘Sí por México’ a ‘Unid@s’
González Guajardo no se da por derrotado. Esta semana lanzó ‘Unid@s’, un bloque de orientación conservadora que lo mismo integra a organizaciones no gubernamentales y líderes empresariales, que miembros prominentes de los partidos políticos del viejo régimen.
El objetivo es construir una gran plataforma que haga suya una «agenda ciudadana». Aseguran que su reto es posicionarse como una alternativa para resolver los grandes problemas del país.
En el plano electoral, se proponen construir «candidaturas comunes» de cara a los comicios del próximo año, entre los que destaca el Estado de México, un estado que será clave de cara a la sucesión presidencial de 2024.
‘Unid@s’, aunque se presenta como un nuevo bloque, no es sino una organización reciclada que sigue la fórmula preferida de González Guajardo: apoyarse en las denominadas organizaciones de la sociedad civil.
Hay que recordar que, desde antes del lanzamiento de la alianza de los partidos políticos de oposición, González Guajardo articuló un bloque de organizaciones no gubernamentales bajo el nombre ‘Sí por México’.
Este bloque terminó apoyando a la coalición integrada por el PRI, el PAN y el PRD. Tres partidos políticos que, aunque sumidos en el descrédito, representaban la única posibilidad de contar con una plataforma electoral en el corto plazo.
El ‘talón de Aquiles’ de este nuevo bloque es que, a diferencia de meses atrás, no es arropado por ninguna de las dirigencias nacionales de los partidos políticos del viejo régimen, cuya alianza se rompió en el Congreso.
Había que apoyar a los partidos políticos del viejo régimen, según González Guajardo, para perseguir un objetivo mayor: detener la «destrucción de México» perpetrada por el Gobierno de López Obrador, el «peor de todos en la historia reciente».
De ‘Unid@s’ forman parte seis organizaciones de la sociedad civil: ‘Frente Cívico Nacional’, ‘Poder Ciudadano’, ‘Sí por México’, ‘Sociedad Civil México’, ‘Une México’ y ‘Unidos por México’.
Llama la atención que, aunque se asumen como apartidistas, varios de quienes integran estas organizaciones no gubernamentales también forman parte de los partidos políticos del viejo régimen.
Destaca el caso de Ana Lucía Media Galindo, fundadora de ‘Sociedad Civil México’, quien desde 2005 es militante de Acción Nacional. La agrupación ‘Frente Cívico Nacional’ es otro ejemplo.
Entre los dirigentes de esta última hay varios líderes de partidos políticos. Entre ellos, Rosario Guerra (PRI), Demetrio Sodi (PAN), así como Carlos Navarrete y Guadalupe Acosta Naranjo (PRD).
‘Unid@s’ aglutina también personajes con estrechos vínculos con la élite empresarial. Además de González Guajardo, participa Gustavo De Hoyos Walther, quien fue presidente nacional de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex).
El ‘talón de Aquiles’ de este nuevo bloque de orientación conservadora auspiciado por Gonzáles Guajardo es que, a diferencia de meses atrás, no es arropado por ninguna de las dirigencias nacionales de los partidos políticos del viejo régimen, cuya alianza se rompió en el Congreso.
Reforma sobre la Guardia Nacional, el motivo de la ruptura
Los partidos políticos de la oposición se vanagloriaban de que, en la elección intermedia de 2021, el oficialismo y sus aliados no habían logrado hacerse con la mayoría calificada en la Cámara de Diputados.
Esto es, el proyecto político del presidente López Obrador no contaba con los votos suficientes en San Lázaro para aprobar reformas a la Constitución: dos terceras partes de la Cámara.
La alianza que fraguó Claudio X. González Guajardo hizo del Poder Legislativo su último reducto para demostrar su capacidad de sabotear todas las iniciativas impulsadas desde el Gobierno.
Incluso llegaron a declarar en una «moratoria legislativa». Esto es, no se iban a prestar a discutir en Comisiones, y mucho menos aprobar, las iniciativas de reforma a la Constitución enviadas por el inquilino del Palacio Nacional.
Entre sus logros, la alianza opositora consiguió rechazar la reforma constitucional en materia eléctrica en abril de este año. Un duro revés para el Gobierno federal que consideraba esta iniciativa como la más importante del sexenio.
La votación en bloque, aseguraban los líderes de ‘Va por México’, era una demostración de que había unidad entre los tres partidos políticos. Sin embargo, la reforma constitucional sobre la Guardia Nacional hizo crujir la alianza opositora.
En un primer momento, el presidente nacional del PRI expresó que varios puntos de la iniciativa eran rescatables. Estaba de acuerdo con modificar un artículo transitorio, con lo cual, se despejaba el camino para que las Fuerzas Armadas permanecieran en las calles hasta 2028.
A partir de este guiño del Revolucionario Institucional hacia el Gobierno de la denominada ‘Cuarta Transformación’, las grietas de la alianza opositora se hicieron cada vez más grandes. Y ya no hubo vuelta atrás.
La iniciativa presidencial sobre la Guardia Nacional fue aprobada en la Cámara de Diputados gracias a varios votos de los legisladores del partido tricolor. Luego, sin embargo, la reforma se tambaleó en el Senado.
El oficialismo no tenía los votos suficientes para su aprobación. Entonces se intensificó el cabildeo. Justo en esos días, Claudio X. González se personó en las instalaciones de la Cámara Alta, junto con representantes de organizaciones de la sociedad civil, para ejercer presión sobre los senadores de ‘Va por México’.
Entre tanto, los líderes del oficialismo en la Cámara Alta buscaron ganar tiempo: devolvieron el dictamen a Comisiones para construir la mayoría calificada. Lograron un acuerdo con el tricolor. Días después, finalmente aprobaron la iniciativa.
Los funcionarios del oficialismo están trabajando en construir la mayoría calificada para aprobar dos reformas constitucionales que son clave para la Administración de López Obrador: la reforma electoral y la reforma eléctrica.
La alianza se rompió. Los dirigentes del PAN y el PRD cargaron de lleno contra el PRI, asegurando que el presidente nacional y varios de los legisladores de este partido los habían «traicionado».
Habían faltado a su palabra de rechazar la reforma que legalizaba la presencia de las Fuerzas Armadas en las calles para que realizaran tareas de seguridad pública. Para colmo de González Guajardo, no sería la última reforma constitucional en ser aprobada gracias a los votos del partido tricolor.
El oficialismo, por más acuerdos con el PRI
De facto, la alianza opositora no existe más, ni en el Congreso ni en el plano electoral. De un momento a otro, el proyecto político auspiciado por Claudio X. González Guajardo se quedó huérfano, perdió el cobijo de los tres partidos políticos del viejo régimen.
Y no solo eso. En días recientes, el titular de la Secretaría de Gobernación, Adán Augusto López, aseguró que el Gobierno estaba en pláticas con el PRI con el objetivo de seguir construyendo acuerdos.
El mensaje fue claro: los funcionarios del oficialismo están trabajando en construir la mayoría calificada para aprobar dos reformas constitucionales que son clave para la administración del presidente López Obrador.
Una es la reforma electoral. Y la otra es la reforma eléctrica que, si bien fue rechazada en un primer momento, se busca rescatar para fortalecer aún más a la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
El presidente del PRI, Alejandro Moreno, sin embargo, ofreció ayer una conferencia de prensa en la que explicó que su partido iba a salir «en defensa» del Instituto Nacional Electoral.
Es decir, dejó entrever que su partido votaría en contra de la iniciativa presidencial en esta materia. Sobre la reforma eléctrica nada mencionó.
Con todo, si algo ha puesto de manifiesto el PRI durante los últimos meses es que bien puede cambiar de opinión, de un momento a otro, con arreglos políticos de por medio.
Con todo y el compromiso que tenía con sus aliados, el PAN y el PRD, de rechazar la reforma sobre la Guardia Nacional, el PRI se terminó alineando con el oficialismo.
De ahí que no se descarta (y esta es la esperanza del Gobierno) que las reformas constitucionales pendientes también se ganen el apoyo del PRI, siempre y cuando Morena y sus aliados cedan en algunos puntos.
La clave para su aprobación es evitar que las reformas del oficialismo crucen las ‘líneas rojas’ del tricolor. Bastaría con realizar algunos cambios en ambas iniciativas para que el Revolucionario Institucional cambie de postura.